Un día sábado, 12 de marzo de 1927, en Chascomús, Buenos Aires, Argentina, nacía Raúl Ricardo Alfonsín. Abogado, estadista y escritor. Fue electo como Presidente de la Nación Argentina desde 1983 hasta 1989.

También fue electo por la Unión Cívica Radical (UCR) como Senador Nacional por la provincia de Buenos Aires (2001-2002) y Concejal de la localidad de Chascomús (1954-1955) y por la Unión Cívica Radical del Pueblo como Diputado Nacional por la provincia de Buenos Aires (1963-1966) y Diputado de la Provincia de Buenos Aires (1958-1962).

En el ámbito partidario ocupó diversos cargos entre los que se destacan la presidencia del Comité provincia de Buenos Aires de la UCR del Pueblo (1965-1966) y del Comité Nacional de la UCR (1983-1991, 1993-1995 y 1999-2001), informa el sitio Efemérides Radicales a través de su página de Facebook.

Participo e impulsó la creación del Movimiento de Renovación y Cambio en 1972 y el Movimiento para la Democracia Social (MoDeSo) en 1992.

En 1955 fue víctima encarcelamiento político por la autodenominada “Revolución  Libertadora” y en 1966 volvió a ser detenido acusado de intentar la reapertura del Comité Provincia de Buenos Aires que había sido cerrado por la dictadura de Onganía.

En 1972 participó activamente en la creación de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos), asociación que fue la primera creada en Argentina para hacer frente a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que en aquella época comenzaron con la actividad de la Tripe A (Alianza Anticomunista Argentina).

En 1981 participó de la Multipartidaria Nacional impulsada por Ricardo Balbín y tras la muerte de éste se convirtió en el principal referente de la UCR de esta instancia política que allanó el camino a la restitución democrática en 1983. 

En 1999 fue designado vicepresidente de la IS (Internacional Socialista).

Su llegada a la Presidencia de la Nación en 1983 marcó el retorno definitivo de la democracia a nuestro país, lo que le valió que fuera considerado por propios y ajenos como “El padre de la Democracia Argentina”, impulsando desde el primer día el juicio y castigo a las juntas militares y la investigación de los delitos de lesa humanidad cometidos por ellos durante la dictadura que encabezaron desde 1976, creando para tal fin la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas). En el ámbito internacional, fortaleció la integración entre Argentina, Brasil y Uruguay, sentando las bases de lo que ocho años más tardes sería el Mercosur

Autor de seis libros e innumerables publicaciones en diarios y revistas para los que usó, en algunos de ellos, el seudónimo de Alfonso Carrido Lura que era un anagrama de su nombre.

En sus últimos años de vida su salud se vio seriamente afectada aquejado de un cáncer pulmonar que le ocasionaría la muerte rodeado de su familia más cercana. A su sepelio, que se realizó en el Salón Azul del Congreso de la Nación, asistieron unas 80.000 personas entre las que se destacaron todas las máximas personalidades del arco político nacional e internacional (a excepción de la presidenta Cristina Fernández que no acudió). Sus restos fueron trasladados en una cureña militar con escolta de Granaderos a Caballo ante la presencia de cientos de miles de personas que se apostaron a todo lo largo del trayecto hasta llegar al Cementerio de la Recoleta donde fueron depositado en la bóveda de los caídos en la Revolución del Parque de 1890 en forma provisoria hasta que el 16 de mayo fueron trasladados a un monumento individual en el mismo cementerio construido en su honor.

Falleció a los 82 años, en Buenos Aires el 31 de marzo de 2009.

“Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. Sigan a ideas, no sigan a hombres, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.” Raúl Ricardo Alfonsín (1927-2009).