El psiquiatra y psicoanalista Fernando Ulloa planteó hace mucho que hay básicamente dos grandes corrientes filosóficas del pensamiento:

  1. La que nace con Aristóteles y que sostiene que el hombre sólo busca la felicidad, la armonía, la paz, la justicia y el amor.
  2. La opuesta a la anterior, donde podemos mencionar a Nietzsche como su máximo exponente, quien considera que eso es falso y que el hombre sólo busca éxito, poder y dinero. Para él se crece con el dolor, el sufrimiento, el esfuerzo y por eso proclamaba: “Todo  lo que no mata te hace más fuerte”.

Estos opuestos en conflicto (éxito y felicidad) nos plantean la urgencia de buscar una solución y la pregunta inicial que nos hacemos es: ¿Estos ideales son suplementarios o complementarios?

Pues, hay líderes organizacionales que tienen éxito y mucho dinero, pero no se sienten felices, porque viven angustiados, agobiados por ejemplo de conflictos empresariales y familiares. Este mismo diario no edita los sinsabores diarios a que la prensa está sometida.

Según señala el periódico La Mañana, hoy existe un nuevo concepto del éxito en la vida del trabajo y en virtud de este planteo y desde nuestro humilde lugar proponemos una tercera posición: buscar el equilibrio entre éxito y felicidad.

Las últimas investigaciones aseveran que el hombre, cuando logra satisfacer sus necesidades económicas, obtiene más placer de los buenos vínculos grupales que genera (en las áreas de familia, trabajo, estudio, diversión etc.) y poco le importa multiplicar aún más su patrimonio.

Nosotros consideramos que el liderazgo centralizado genera mucha presión y sufrimiento en todos los niveles de la organización. La Nación últimamente editó que el liderazgo está en crisis y sólo uno de cada diez jóvenes argentinos acepta tener un líder en su organización. Los empleados desean trabajar en grupos de estructuras no centralizadas como es lo que se propone en el NOA y en el NEA. Aquí debemos transformarnos distribuyendo responsabilidades, compromiso, trabajo, éxitos y fracasos.

Por un lado, mejoramos la actividad o tarea específica que sostiene a cada medio que la lleva a producir bienes y servicios, contribuyendo a obtener buenos resultados económicos. Por otro, pensamos que su visión, misión y valores deben plantear una transformación en lo económico y social, garantizando una mejor calidad de vida y sin avaricia, es justo aspirar a vivir bien y trabajar por lograr ello.

Uno de los obstáculos más comunes de los líderes o jefes en este proceso es que (una vez que lograron centralizar el poder y el dinero) quieren perpetuarse porque tienen excesivo miedo a perder el control y romper esos paradigmas. Planteamos delegar funciones, repartir poder, apoyarse en los otros, servir y subordinarse al deseo y las decisiones del grupo líder que han creado, para hacer frente a los cambios vertiginosos de esta era. Compartimos desde este medio, sin querer ser molestos para nuestros lectores.

Más que grandes administradores (en desarrollo tecnológico, técnicas de marketing, ingeniería fiscal, estructuras financieras, análisis de coyunturas económicas, relaciones públicas etc.), interesa que los buenos dueños sean generadores de cambio hacia la felicidad. Esto les da un verdadero sentido de vida porque los dignifica, los enamora, mejora la comunicación, el compromiso y motiva a los demás a seguirlo. Esperamos que los dueños, fundadores o líderes de organizaciones promuevan pronto la urgencia de este cambio hacia la felicidad en el trabajo.