Por Tony Villavicencio | En la nota de opinión publicada con relación al futuro de las nuevas intendencias del Norte Grande Santiagueño, advertimos a la Sra. María Ferreyra de la ciudad de Pampa de los Guanacos.

Señalamos que en su gestión de gobierno su principal escollo estaría marcado por la oposición.

Confirmando nuestro presagio, por estos días, intentamos entrevistar a la intendenta para que nos diera su versión de un incidente ocurrido con una empleada municipal que formuló una denuncia por agresión. Después de varios intentos, bajo la excusa de permanecer ausente de la ciudad que gobierna, se negó a la entrevista y en consecuencias, fiel a nuestro oficio, sin emitir opinión, acompañando la documentación ilustrativa, nos limitamos a informar la causa judicial que se tramita ante la Fiscalía de la ciudad de Monte Quemado.

Ayer, después de que Antonio Jiménez, locutor de la F.M Copo, se hiciera eco de la noticia publicada en este medio, la intendenta Ferreira negó el hecho, culpó a la oposición de su gobierno diciendo que la denuncia responde a una maniobra e a este medio como parte de una operación de prensa.

Sin dudas, la inexperta intendenta, mal asesorada, culpó a quien por un acto de justicia le anticipamos el futuro  de su gobierno. No la vamos a intimar, que es lo que corresponde, solo esperamos que públicamente se rectifique.

Los pilla monedas del periodismo

Creo que es oportuno decirles a las pillas monedas, a los que muestran un carnet trucho de periodistas y confunden a los que realmente ejercemos el periodismo profesional, y coincidimos con Gabriel García Márquez en que nuestra profesión es la más cuestionada, empero cuando la ejercemos con respecto es la mejor del mundo. 

A pesar del poco prestigio que goza en general el periodismo, a quienes se tilda de irresponsables, ignorantes, superficiales, mentirosos, irreverentes e intrusos, y hasta de delincuente ¿qué puede movilizar tanto entusiasmo por esta profesión entre quienes la ejercemos desde lo profesional?. Aun asumiendo que estas críticas muchas veces se justifican plenamente, el amor a un periodismo de calidad se sustenta en una fuerte valoración de la verdad y un profundo anhelo de libertad y de justicia.

La justicia como la información son valores relacionales, que ponen en comunicación a los hombres entre sí y a cada uno de ellos con la comunidad. Y entre comunidad y comunicación hay una relación estrecha: no hay comunicación sin comunidad y no hay comunidad sin comunicación. El deber del informador consiste en dar a cada uno la información porque es suya. El acto informativo, que es el acto propio del deber de informar, es así, fundamentalmente y entre otras cualidades accidentales un acto de justicia.

La insustancialidad informativa de las radios F-M de los pueblos  lleva necesariamente a la sacralización de la opinión. Y no precisamente la de una opinión pública libre y razonable, sino la de una opinión dirigida e impuesta por unos pocos que tienen el poder y quienes la trasgredimos  siempre estamos en el cuestionamiento de los que ejercen el poder político y sus seguidores.

En Monte Quemado siempre fue así, el único que opinaba y tenía la verdad eran los que detentaban el poder  y cuando del lado del pueblo alguno se atrevía  de contar alguna verdad, mentía y así después 37 años les fue a los copeños. Claro de todo eso, que está en los libros del aprendizaje de lo que es el valor y la ética del periodismo, los muchachos saben poco, pero si hay que reconocer. Son hábiles cuando  del periodismo se trata pillar monedas.