Por Tony Villavicencio | El Dr. Juan Alberto Alende, fiscal de la Unidad de Narcomenudeo, en diálogo con un diario provincial, indicó que el flagelo de la droga avanza en la provincia a pasos agigantados.

Desde nuestro lugar coincidimos con el Dr. Alende, es muy complejo el tema, empero de pronto nos obliga a replantearnos, y desde el periodismo solo nos surgen interrogantes. ¿La sociedad, con tanta información que los medios suministran sobre el narcotráfico, es experta sobre la cocaína, marihuana y lo que produce, y cómo se “estira”, y cómo mata, etc.? Y eso es a fuerza de leer las noticias policiales en los diarios que están plagadas, cada vez más, de hechos vinculados a los procedimientos del narcotráfico.

Entonces, los opinólogos de siempre se multiplican por mil, diciendo lo mismo que diría cualquier hijo de vecino. Frases hechas y prejuicios por doquier. Jamás la profundidad que amerita el tema. Nunca.

Y en un rato, incluso, estaremos hablando de otra cosa, porque ya la cocaína dejará de “venderse como noticia”, y habrá que encontrar otros tópicos periodísticos. Alguno que logre generar más escándalo, que se traduzca en lecturas, o televidentes, u oyentes. Según el formato donde se transmita la información.

Entonces ya no será importante aquello de los búnkers de drogas y los adictos que se mueren los sicarios que asesinan y  los narcotraficantes que se florean impávidos e impunes.

Y es curioso nadie pregunta a  ¿cuántos “grandes” narcos son detenidos cada semana? Es una pregunta retórica, porque nunca pasa nada de nada, la impunidad es total. Y los traficantes de drogas siguen vendiendo muerte dosificada,

Todos saben quiénes son, dónde están, qué venden y que proveen, pero nadie hace nada. Porque la droga genera grandes cantidades de dinero, y eso compra voluntades de todo tipo: políticas, judiciales y policiales.

En Santiago del Estero, no es menos: Capital, Termas, Frías, Monte Quemado y Añatuya son ciudades con alma de pueblo, donde todos se conocen y  donde los búnkers de los narcos son fácilmente reconocibles. Y siguen ahí, impávidos. Y pareciera que están protegidos por la misma sociedad. Donde reina “El yo no me meto”.

Con frecuencia se producen el enfrentamiento, de los bandos, del narcotráfico, integrados por jóvenes y adolescentes, que se disputan el territorio, es bien cierto que la policía provincial, gendarmería, o la Policía Federal, cada tanto es desmantelado alguna vivienda de algún pobre tipo que vende cogollos de marihuana, pero siempre son personajes de menor cuantía. Jamás los grandes narcos. Que todos saben quiénes son y lo más importante, quién los protege.

Y hay más preguntas incómodas: ¿En los gobiernos hay real intención de combatir el narcotráfico? Si es así, ¿quién lo está intentando? ¿Cómo?, Si el flagelo del narcotráfico crece es porque las fuerzas de seguridad, son ineptos. ¿O no están cumpliendo con su deber?

Patrañas. A nadie le importa más que de la boca para afuera. Porque, si hubiera intenciones ciertas de terminar con el flagelo de los narcóticos, mucho se habría avanzado ya. No se hubiera acabado con el negocio, porque es complejo, pero no estaríamos inundados de drogas ni leyendo a un fiscal del crimen reconociendo públicamente que a la batalla los santiagueños la  perdimos.

Mucho más podría decirse al respecto, pero no tiene mayor sentido, porque en nuestra provincia ya  no hay buenos y malos. Solo hay malos e ineptos. Unos son responsables por acción y otros por omisión. En Santiago del Estero, pareciera que  es así de simple y duro.