Por Tony Villavicencio | La organización ambientalista Greenpeace tiene en la mira a las provincia de Chaco, Santiago del Estero, Salta y Formosa.

Anticiparon que trabajarán hasta imponer a estos gobiernos provinciales la suspensión de permisos a la deforestación y explotación de los recursos naturales.

Los ambientalista, después de alcanzar su objetivo en el Chaco y lograr que la justicia de esa provincia prohibiera los desmontes y toda explotación forestal, medida que provoca la desocupación de más de 20.000 obreros del sector foresto industrial, y ahora cumpliendo una estrategia programada de organización avanza sobre la provincias vecinas, por lo que  en Santiago del Estero la organización ambientalista, sin diferenciar la deforestación de las topadoras, busca frenar la actividad forestal. 

Si alcanzan el objetivo que persigue Greenpeace (Grispin) y logran paralizar la actividad forestal, tendría el norte santiagueño consecuencias sociales y económicas trágicas. En Monte Quemado el 70% de sus 43.000 habitantes sobreviven de la actividad forestal, donde hoy vemos en Copo como nunca antes una explotación forestal  controlada racional y sustentable. Empero, también nos arriesgamos adelantar de que nada de lo que exageran los ambientalistas bajo el pretexto de salvar los recursos naturales, tendrá éxito, si antes resolver el grave problema social y económico de los habitantes del departamento Copo, donde se concentra la mayor masa boscosa de la provincia.

Si estamos de acuerdo que en defensa del ecosistema y por la continuidad de la vida hay que evitar el exterminio de los recursos naturales. Empero, también es cierto que el quebracho y que todas las otras especies son renovables  y  si la explotación es controlada, racional y sustentable  por naturaleza se complementa con el cuidado y protección de los recursos naturales.

Empero se escucha decir a los ambientalistas en la radio Universidad de Resistencia (Chaco), que Santiago del Estero y Salta son las dos provincias  infractoras denunciadas por la organización. Anticipan que también paralizaran la explotación forestal. Hay que recordar que estas organizaciones  ambientalistas están subsidiadas por los países del primer mundo a los que les falta oxigeno porque ayer en pos del progreso y el desarrollo que hoy muestran, destruyeron su propio habitat.

No está mal. En Argentina, en la última década se puso de moda y todos escriben y hablan del medio ambiente, el desequilibrio ecológico y no son menos lo que piensan que referirse al tema eleva el estatus social y lo volvemos a repetir. Ocurre con las señoras gorditas de la alta sociedad de Londres. Mujeres del primer mundo que sentadas en lustrosa madera de pino argentino, oliendo a fragancia de pino y envueltas en piel de zorros, esbozan defensa al ecosistema y nos califican de salvajes depredadores a los pueblos  de América Latina, a la vez realizan abultados aportes a favor de organizaciones ambientalistas internacionales, que vienen a colonizarnos, más que a concientizarnos..

La realidad de los bosques de Santiago del Estero y de la gente de Copo, está lejos de ese primer mundo, que es el mundo de las contradicciones y lo superficial. Los tecnócratas desde el más elevado y acertado conocimiento científico, fortificados por el sello internacional de las organizaciones ambientalistas, sugerirán al gobierno medidas urgentes para salvar los bosques nativos del departamento Copo y en los proyectos de salvataje omiten a la gente habitante de la masa boscosa y de la estrecha relación existencial, que estos tienen con el recurso.

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Es cierto, después de cincuenta años de indiscriminada explotación,  los bosques agonizaban y algo había que hacer para evitar su exterminio, y el gobierno que asumió en el 2005, hizo a lo largo de años de su gestión  lo necesario, para preservar el recurso forestal. Primero desde la Dirección de Bosques a cargo para entonces del hoy extinto Ing. Publio Araujo, que trabajó largos meses convirtiendo a Santiago del Estero en la primera provincia que presentó a la nación su propia Ley de zonificación, en un todo de acuerdo a lo que imponía la Ley Nacional  N°26.331 de presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos

Hoy, después de haber logrado paralizar la actividad forestal y desmontes en el Chaco, sorprende que los grupos ambientalistas avancen sobre Santiago del Estero y mediante una campaña nacional por la prensa denuncien que encabezamos en el país la deforestación en el año 2021 y hablan de topadoras, rolos y hasta se refieren a motosierras depredadoras y no se olvidan de las rusticas hachas, empero omiten hablar de la gente de su realidad cultural, social y económica. Desde nuestro humilde lugar le decimos a los ecologistas de que nada de lo que se haga para proteger al recurso natural, servirá si es que no se tiene en cuenta al lugareño, que también es parte del medio ambiente que se aspira proteger.

Los pueblos y ciudades, cuyos habitantes sin otra posibilidad de subsistencia explotan los montes, desnudan  en Santiago del Estero que el problema ecológico, esconde en sus génesis un problema social y es la subsistencia de la gente la que años pasados  reconocemos el  desorden y descontrol hacia la explotación de los recursos naturales que por una cuestión de humanidad, tal vez impidió a los  gobiernos del pasado  aplicar con rigor los controles de lo que la gente sobrevivía y se aprovechaban  y hacían  fortunas los vivos.

Hoy, gracias al esfuerzo del gobierno del Dr. Gerardo Zamora y al trabajo del  para entonces Ingeniero Rosales, la actividad forestal, en Santiago del Estero, está ordenada, controlada y el aprovechamiento es racional y sustentable y se puede admitir que se realizan deforestaciones  clandestinas, que siempre fueron frenadas por personal de una  Dirección de Bosques activa, desde donde en forma permanente, vemos por los diarios los operativos de la Dirección de Bosques, realizando procedimientos por la deforestación, cuyos transgresores  son castigados con severas y millonarias multas más el decomiso de toda la maquinaria pesada que se utilizó en el desmonte clandestino.