Por Tony Villavicencio | Ser intendente en una comunidad es el reconocimiento que tienen pocos. Es como ser considerado el mejor vecino y que todos saben y reconocen cómo es su comportamiento  en la vida pública y privada, y cómo está conformada su familia y cuáles son sus valores.

El intendente de un pueblo, además de todas estas condiciones tiene que ser elegido por su ambición de colaborar con los demás, dando muestras de su objetivo de transformar la  sociedad a la que pertenece, de tener ideales de contribuir a mejorar y elevar la calidad de vida de los vecinos de su ciudad.

La Municipalidad  de Monte Quemado y de cualquier ciudad del país, cuando el candidato es consciente de su responsabilidad y es intendente por amor a su pueblo, es apasionante y máxime  que hoy hay modelos de desarrollo que si se los busca permiten trascender la coyuntura del mundo, cuando con la globalización se conocen experiencias realmente interesantes de administrar lo que es de todos, promoviendo desarrollo y progreso.

Sería bueno que haya funcionarios públicos que hagan la tarea de pensar  desde lo local como parte de la transformación del mundo  en el cual queremos vivir,  y que ese ejemplo se trasmita desde tu cuidad donde se construye una sociedad más justa.

Los jóvenes tienen que involucrarse en la política, tienen que hacerlo con gusto porque si no lo sienten no lo van a trasmitir. Los jóvenes tienen ante sí  la mala imagen de los políticos, estimulado por la mala prensa y estamos en una etapa de una  democracia devaluada. Donde el activo ejercicio de la política, pareciera es exclusivo de los dirigentes que tienen plata.

Ser pobre, decente y sin el apoyo del gobierno provincial y aspirar a ocupar un cargo electivo en Monte Quemado, es como intentar llegar a la luna en el lomo del  burrito del cuento de Platero. Empero, en democracia es bueno soñar y festejamos los sueños de Patricia Luna, ella tuvo el valor de soñar y enseñarnos que hay que luchar por una democracia de todos y no exclusiva de los que tienen plata.

Empero es el mal ejemplo que dejaron los 37 años  de dos  gobiernos que se fueron. La democracia que instalaron, no fue la de competencia de ideales y proyectos. Sino la del poder y la opresión y la tradicional práctica del clientelismo político. Es decir en cada elección  compraban  más conciencias que esta vez el Estado provincial fue más fuerte.

Es difícil trasmitir a otros y más a los jóvenes nuestras propias experiencias, nuestras propias convicciones  y la pregunta es: ¿Existe en el intendente electo, vocación de funcionario público? ¿Se le reconoce el ejercicio de  compromiso social?. Lo primero a tener en cuenta es que quien llega a la intendencia debe gozar profundamente de lo que está haciendo. Gobernar es liderar y los líderes tienen que tener personalidad  y una independencia absoluta para poder administrar con equidad lo que es de todos.  

Si  buscamos y llegó el cambio, y estamos esperanzado que también cambien las conductas políticas para  desterrar las prácticas de los gobiernos autoritarios de siempre, la persecución, aprietes y el ejercicio nocivo del clientelismo.  

 En estos días  en las redes sociales se los quiere justificar, y nosotros entendemos que el intendente por su trabajo tiene que estar bien pagado y no se puede admitir que se los justifique  que por mal pagados se quedan con lo que es de todos. El que roba es porque es un ladrón, y es la corrupción la que  corrompe y empobrece  a los pueblos.