Es triste que después de 37 años de haber recuperado Argentina la democracia, se observe a los candidatos entregar bolsines, colchones y chapas desatinadas a comprar conciencias, volcando en la campaña una gran cantidad de recursos públicos.

Desde nuestra profunda convicción democrática creemos conveniente expresar nuestro repudio, porque después de tres décadas no hemos logrado desterrar las viejas prácticas del clientelismo y la dádiva.

Creemos que lastiman a la democracia hechos como los que hemos podido observar desde el inicio  de esta nueva  campaña electoral, donde ya comenzaron los ofrecimiento de contratos laborales, reparto de materiales de construcción, entrega de sumas de dinero y presiones por parte de las autoridades a los empleados municipales.

La democracia dignifica a nuestro pueblo en su participación, estas prácticas lo humillan y menosprecian en su dignidad. La democracia debe ser un espacio fecundo para el diálogo y el debate de ideas y proyectos, el clientelismo político  la transforman en un destructor intercambio comercial de bienes y voluntades.

El oficialismo de  Monte Quemado, en la candidatura de Manuel Osvaldo Castillo, tiene tres problemas. Hizo una muy mala gestión de  gobierno, tiene una imagen negativa muy alta y su intento reeleccionista se lo observa lejos de las encuestas, al extremo de que le habrían sugerido se bajara de la candidatura. Sin duda como lo hicieron siempre reforzara sus posibilidades electorales poniendo en práctica el nocivo ejercicio del clientelismo.  

Por otra parte, Carlos Alberto Hazam, seis veces ex intendente de Monte Quemado, ve lejos a su séptimo mandato. Políticamente rechazado por las comunidades educativas, de las escuelas 421 y 313, por obras de su empresa inconclusas que comprometen seriamente el programa curricular y de esto lo saben y lo protestan los maestros y los padres de alumnos.

Empero, no es tan solo las obras de los edificios escolares que lo colocan en una situación difícil con los electores. Sino también el enripiado del camino a La Cañada, y el tramo de la Ruta 4, Monte Quemado –Rio de la Plata. Los lugareños y toda la gente del interior se acuerdan muy mal de estas obras y aseguran se tiraron unos cuantos equipos de piedra. El Estado provincial invirtió en lo que es nada más que una expresión de deseo de dos caminos enripiados que no existen.

Otra contra, es que el ex seis veces intendente, vive con su familia en la ciudad Capital y durante su prolongada ausencia  de esta ciudad se produjo la estampida de su dirigencia. Algunos de los cuales se fueron  seducidos por el cambio que se respira  y entonces la prebenda y la dadiva es el único camino en una ciudad donde cada día suena más fuerte el Slogan: “Reciban todo, hasta lo que no les dieron en 37 años, y en el cuarto oscuro voten el cambio”.