Por Tony Villavicencio | La  noticia de que en un enfrentamiento entre barras bravas y las fuerzas de seguridad, un joven policía resultó gravemente herido, sensibilizó y se generalizó el repudio de la sociedad.

EL  hecho ocurrió el domingo pasado en las inmediaciones de la cancha del club San Martín, donde se jugó  un partido de fútbol correspondiente al campeonato organizado por la Municipalidad de Monte Quemado, con fines electoralistas.

El joven policía recibió en la cabeza un impacto con la mitad de un ladrillo y presentaba "traumatismo craneoencefálico" que puso en peligro su vida. El mismo fue operado la tarde del lunes, y según sus familiares se encuentra bajo cuidados intensivos.  

Si bien es cierto que en el futbol tiene un gran número de adeptos que acuden a los campos a ver a sus jugadores y a disfrutar del juego de su equipo, también nos hemos encontrado, en muchas ocasiones, con situaciones de violencia entre las barras y con la policía.

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Violencia y sociedad
Para desgracia, lo ocurrido el domingo no es un hecho aislado en Monte Quemado, y sí es un patrón común que se ha ido desarrollando en el fútbol con el tiempo. Este tipo de conductas violentas tiene su principio y se suele desarrollar desde edades tempranas. La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad.
Una sociedad que expresa en las canchas toda su frustración, enfados y fracasos, tiene como resultado una agresividad que acumulan en su vida cotidiana, y esto no es un justificativo a la violencia, sino que todo lo contrario; hay que repudiarla y erradicarla
Recordemos la práctica del fútbol comienza a edades muy tempranas y es en esos partidos, donde surge el germen de la agresividad y de la frustración que no tiene otro fin que el de defender unos colores, un club o simplemente apoyar o, en el peor de los casos, insultar a un jugador o incluso al árbitro, pero nada justifica la violencia.
Esa competitividad llevada tanto dentro como fuera del campo, mezclada con una actitud de falta de respeto entre miembros de distintos clubes hacia árbitros y entre ellos mismos, es un fiel reflejo de cómo actúan algunos aficionados de este deporte y que incluso son, aunque nos cueste creerlo, padres de los jugadores y directivos de los clubes. Ellos serán por desgracia el espejo en el que los niños se mirarán en el futuro para crear y copiar su propia conducta, por lo que este tipo de comportamientos violentos deben ser cortados de raíz.

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Ira policial

Con relación al policía agredido por los hinchas, todos rogamos  para que el joven policía mejore pronto su salud. Claro que indigna y es un hecho que fue repudiado por  la sociedad copeña, pero  a sus colegas eso no les da derecho a represalias. Tenemos videos donde vemos que no respetan los límites que les impone la ley, y en algunas ocasiones se observa el  mal trato con la que actuaron en la aprensión de alguno de los que hoy están privados de la libertad.

Todo indica que haría videos y denuncias de que  algunas aprensiones  se realizaron con innecesaria violencia. Incluso, abogados tendrían en su poder evidencias de una joven mujer, candidata a concejal por uno de los sectores políticos locales, la que habría sido privada de su libertad por  un falso testimonio, en una maniobra con fines políticos que en las próximas ediciones vamos a informar de modo pormenorizado.   

Siempre me ha resultado impactante la famosa frase, “el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”. A lo que no le encuentro repuesta  es al oportunismo político  de quienes deberían recibir el castigo de la Ley por inducir al error a la justicia.

Claro, el tumulto de estas formas de violencia es igual al desorden y del desorden se aprovechan los buitres de la política que quieren ensuciar  a sus adversarios, pero no dudamos de la honestidad, capacidad y sagacidad de los  fiscales que trabajan  con honestidad y  se esfuerzan por llegar a la verdad y ser justos para “devolverle al César lo que es de Cesar”.