Por Tony Villavicencio.- Alguien me llamó pidiéndome que escribiera experiencias vividas a lo largo de mi dilatada carrera periodística. 26 años de trabajo en el Nuevo Diario de Santiago del Estero, de donde me despidieron sin pedirme que me vaya. La jefatura de redacción ordenó no publicar mis notas, sin mediar palabra ni explicación alguna, y como el ser humano de algo tiene que vivir, hoy me animé y tengo la presencia de este diario digital.

En  realidad son demasiadas las experiencias que tengo por relatar,  toda una vida me esforcé por hacer de mi profesión una herramienta de la recuperación de la dignidad del hombre. Escribiendo historias  dulces y amargas, y también duras críticas inspiradas siempre en el amor y no en la maldad. Tal vez por eso hoy mis amigos son precisamente los funcionarios a los que más critiqué.

El periodismo que trato de ejercer y las notas, en su momento fueron publicadas desde el compromiso social, plasmado en un diario que había nacido conjugando la vocación de servicio como el motor de su rumbo.

Desde sus comienzos, en el Nuevo Diario se reflejaron los hechos de corrupción y se publicaron experiencias de vida  que permanecían ocultas en el silencio de los salitrales  o en las profundidades del monte santiagueño, donde pasaban cosas y siguen ocurriendo, pero se las calla.

La Abuela del Salitral

Por citar entre otras experiencias, por ejemplo la vivida en un ranchito de Quimilioj Paso, en los límites de los departamentos Avellaneda y Salavina, en los  confines de las salinas, donde sin proponérmelo, de noche, perdido, siguiendo una huella por esa sabana de sal blanca, llamado por la luz de un candil, llegué al ranchito de doña María Cristina Ulloa, a la que le estaban festejando 112 años de vida.

No eran muchos los que sentados en círculo se pasaban una jarra de barro y bebían sorbos de un vino caliente. La anciana estaba allí, sentadita, acomodada sobre los tientos de una silla petisa. Me pareció una estatua de carne y huesos, hasta que habló y entreverando el quichua con la lengua castilla preguntó de dónde había venido. Después de las publicaciones, a la anciana, el gobierno le mandó a construir una casa digna, la pensionaron y después de  4 años murió. 

Hoy, hace 21 años que me pregunto “quién me llevo a ese lugar, que llegue de noche y  perdido. No si fue mi destino o el de doña María Cristina, la que viviendo en la inmensidad del salitral, de pura casualidad, la encontré llamado por la luz del mechero, que tenuemente iluminaba una torta cosida al rescoldo dentro de una lata de dulce de batata.

El periodismo y la casualidad transformaron a la longeva mujer en la abuela de los salitrales. La nota del Nuevo Diario y la foto de ese cumpleaños número 112 sorprendieron y fue reproducida  por los diarios del mundo, al año siguiente, medios nacionales e internacionales vinieron a festejar el cumpleaños de la mujer que murió dos días antes de cumplir 117 años.

Las enanitas

Otro caso famoso es el de las enanitas de Atamisqui, Esthercita y Dolito, dos hermanas de 72 y 65 años. Sobrevivían perdidas en un ranchito en el monte, no entendían el castellano, no conocían otra lengua que el quichua, tenían apenas 68 cm. de estatura y vivían solitas, como podían en medio de la nada.

También la foto de las diminutas hermanas y su historia develada por el Nuevo Diario fueron publicadas por diarios de distintas partes del mundo. Por las  diminutas mujeres, el gobierno provincial y hasta de la Nación se interesó por ayudarlas gracias al trabajo de Nuevo Diario. Fueron pensionadas, se les construyó para sorpresa de todo Atamisqui una vivienda a su medida.

Otro caso fue en el departamento Sarmiento, cuando en un ranchito perdido y sin ayuda vivía una familia de discapacitados. Todos en la casa, (12 miembros) chicos y grandes eran sordos y mudos, nadie hablaba ni pronunciaba una sola sílaba. Se entendían con señas de un código creado por ellos mismos en la necesidad de comunicarse. La pobreza, el aislamiento y el silencio los condenaba a vivir y sufrir callados.

Son innumerables los casos que en distintas ediciones de El Municipal Web iremos recordando y que seguramente la prueba documental de estas publicaciones y otras que sacudieron la sensibilidad social se encuentra en los archivos del Nuevo Diario, verdaderos documentados que hoy son el testimonio de un trabajo periodístico que estuvo y continuara en este medio digital orientado a develar lo bueno de las obras de los gobiernos sin que ello implique negar las injusticias y el sufrimiento de los seres humanos.

Nuevo Diario, en su momento, arriesgó de su propia integridad, caminó monte adentro y logró que los organismos del Estado se ocuparan de asistir y dar una mano a los que sufren y necesitan.

Eso fue Nuevo Diario, un refugio de los pobres, desvalidos,  abandonados  y es a ese Nuevo Diario al que intentaremos imitar desde el portal digital El Municipal Web.