Por Culimpio.- Cuenta Culimpio que en la carpintería de la municipalidad de Monte Quemado, hubo una extraña asamblea y las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias.

El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando. El martillo entonces reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo, había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija, era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Al final, el trozo de madera en la obra de todos se había convertido en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación.

Dijo el serrucho: “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.

Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores logros.

Necios con poder

El intendente de una municipalidad debiera hacer con el recurso humano municipal, lo que hace en su trabajo el carpintero que usa las virtudes de cada una de sus herramientas.

“Cualquier necio con poder, somete empero persuadir y encontrar cualidades en un trabajador municipal. No es obra de burros sino de hombres inteligentes y bien intencionados, que piensan en el pueblo y no en su familia…” Se lo escuchó decir en su ignorancia a Culimpio mientras trataba de remendar la luneta de su auto, al que le habían destruido de un certero disparo de arma de fuego por no callarse.