Por Adolfo "Bebe" Ponti.- Leo con estupor hasta dónde cala la semilla maligna del odio. Ese sentimiento monstruoso que lleva a festejar a los enemigos del ex presidente Lula, detenido por el régimen de Bolsonaro y Sergio Moro, la muerte de su nieto Arthur, de tan solo siete años de edad, a causa de una meningitis.

Para cualquiera en su sano juicio, un niño de siete años es un inocente, puro de toda pureza y dueño de la ilusión más bella que se llama vida. Sin embargo los twits que inundaron las redes en Brasil, festejando esa desgracia por ser el nieto de Lula, nos hace ver el horror del odio en toda su magnitud.

Todavía la “Justicia” brasileña no autorizó al expresidente a despedirse de Arthur. Todavía el odio sigue corriendo por America Latina como una peste imparable. Que las lágrimas de Lula hagan florecer el amor y desaparecer el odio. 

Que Dios alivie su corazón.