Por Tony Villavicencio | Recopilamos la información documentada de los últimos seis años de los antecedentes del candidato a presidente de los argentinos, Javier Milei.

Quien en las elecciones primarias obtuvo el más alto promedio de  sufragios.

El discurso de  “quemar el banco central terminará con la inflación”; la dolarización de la economía, la venta de órganos puede ser “un mercado más”; a los políticos “hay que sacarlos a patadas en el culo” al Papa Francisco lo califico de imbécil, comunista, asesino y otros desplantes propios de un chiflado. Pero el 30% de los que concurrieron a las urnas lo votaron.   

Es increíble, con estas propuestas disparadas por un desaforado y a  los gritos  Javier Milei ha copado la agenda pública argentina. Histriónico, desaliñado, pero al mismo tiempo muy cuidadoso de su imagen, el candidato de la ultraderecha ha impuesto su furia antisistema en el debate político desde la primera vez que pisó un set de televisión según establecimos allá por el año en 2018.

No lo vamos a negar su ira ha cautivado la frustración de una sociedad hastiada por la política que lo ha convertido  de tertuliano a candidato presidencial, y es cierto Milei ha sido el candidato más votado en las primarias  Casi el 30% de los votos, primero con diferencia sobre el peronismo gobernante y de una derecha que había empezado a mirarle para escribir su propio guion.

Su grito de guerra es contra todos: “La casta política tiene miedo repetía, pero omitía hacer mención a la otra. A la casta de los empresarios que se ocultan detrás de su candidatura a los que la vicepresidenta Cristina de Kichner pedía al presidente Alberto Fernández los frenara cuando a gritos le pedía que aplique la lapicera y hoy la inflación es una fiesta para las empresas monopólicas del país, que se quedan con el esfuerzo y el hambre del pueblo Argentino.  

Miley y sus orígenes

En el márquetin político a este personaje lo presentan como si fuera hijo de un chófer de autobús que terminó siendo empresario de transporte y de un ama de casa, Javier Milei (Buenos Aires, 52 años). Él mismo lo describe que  creció en un hogar violento. “Para mí están muertos mis padres”, repite sobre sus progenitores era su relato en el 2018, en la cúspide de su carrera como tertuliano televisivo.

Según reveló su biógrafo no autorizado, el periodista Juan Luis González, estudio en una escuela católica donde hizo el secundario y  llamaban “El Loco” por los exabruptos que décadas después lo llevaron a ser el economista favorito de la televisión y donde escalo en la política hasta llegar al congreso de la Nación de Diputado Nacional.

Milei estudió en el colegio Cardenal Copello de Villa Devoto, un suburbio residencial de clase media alta de Buenos Aires, donde jugó al fútbol como portero en las divisiones inferiores del equipo Chacarita Juniors, cantó en una banda que versionaba a los Rolling Stones, y donde no se le recuerdan novias ni amigos.

Los opino logos  más allá del resultado obtenido en las Paso  Milei todavía puede fracasar en su carrera hacia la presidencia el próximo 22 de octubre, y justifican su  teoría a partir de que El candidato, hizo carrera política en las pasos amenazando con “sacar a patadas en el culo” a los políticos y despotricando contra “la casta”, despertando  en el electorado la bronca.

Hay que recordar que Milei ,  en el  año y medio que ha estado sentado entre los diputados, no impulsó ningún proyecto y en respuesta clásica el pueblo ahora esta bien informado  de sus proyectos mesiánicos y en casos atentando contra los Derechos Humanos

En junio del año pasado, planteó la venta de órganos como “un mercado más” durante un debate radial. “El que decidió venderte el órgano, ¿en qué afectó la vida, la propiedad o la libertad de los demás? ¿Quién sos vos para determinar qué tiene que hacer él con su vida?”, cuestionaba Milei, y la espiral salió de control.

Días después, un periodista le preguntó si se adhería a otra teoría que planteaba “la venta de niños”. “Depende”, respondió Milei, y se enredó. “¿La respuesta no sería no?”, le cuestionó el periodista. Y el hoy candidato a presidente reitero “Si yo tuviera un hijo, ni no tengo para alimentarlo, ni para darle estudios lo vendería” y agrego.

A finales de mayo, bordeó el disparate cuando levantó el guante de una mofa. “Javier Milei es un panelista despeinado que grita en un escenario y duerme con ocho perros y su hermana”, le describió Victoria Donda, antigua diputada de izquierda y directora del Instituto Nacional contra la Discriminación durante el actual Gobierno peronista. “No tengo ocho perros, tengo cinco”, se limitó a responder en el plató de una televisión amiga que le pidió la réplica.

Son salidas poco comunes para alguien que debería estar acostumbrado a los canales de televisión, a los que llegó el 26 de julio de 2016 durante una de las tertulias televisivas de la medianoche. “Podría ser ministro de Cultura, pero va a ser un ministro de Economía”, le presentó al país el conductor de Animales Sueltos, Alejandro Fantino. “Vos dame el banco central”, respondió Milei con ironía, y acaparó la hora entera. Fue el momento inaugural del resto de su vida.

Su vínculo con el proceso Militar

Milei había pasado años de duro trabajo. Fue asesor del general Antonio Bussi, militar que fue gobernador de la provincia de Tucumán durante la dictadura y después diput

do nacional; economista jefe de la Fundación Acordar, centro de pensamiento de un exgobernador peronista de Buenos Aires, Daniel Scioli; y trabajó en la empresa que gestiona la mayoría de los aeropuertos argentinos. Su entonces jefe, Eduardo Eurnekian, uno de los hombres más ricos del país, también es dueño de la televisión donde se lanzó a la fama.

Sus contradicciones parecen no molestar a un tercio del país que celebro su victoria. Aunque en las encuestas de esta última etapa no le está yendo bien  “a mí me han pasado cosas muy fuertes que exceden toda explicación científica”, dice un Milei que se crió católico y conoce bien la Biblia. Hoy uno de sus grandes consejeros es un rabino y dice “estar estudiando” convertirse al judaísmo.

Hace un año, muchos pensaron que su campaña no llegaría a este invierno austral. El 10 de junio de 2022, contra un frío que pelaba en Buenos Aires, Javier Milei convocó a su primer gran mitin en la periferia de la capital argentina. Habían pasado seis meses desde su llegada al Congreso, su popularidad estaba en auge y ya empezaba a anunciar que quería ser presidente. El acto fue un fracaso. Fueron poco más de 1.000 personas y arreciaron las burlas contra el economista libertario que amenazaba con liderar una revolución nacional contra la “casta política” desde un estadio vacío y en medio de la nada.

También fue el principio de su guerra política: acompañado solo por su hermana y un antiguo asesor de prensa del Gobierno neoliberal de los noventa, algunos en sus bases empezaron a denunciar que el partido que habían construido desde el barro, La Libertad Avanza, era cooptado en favor del reciclaje de políticos de toda la vida venidos a menos.

La justicia investiga ahora si el entorno de Milei pidió miles de dólares en efectivo a cambio de puestos en las listas para sus elecciones generales de octubre, pero con el pueblo bien informado el voto a conciencia lo dejaría lejos de repetir la Azaña de las paso. Par algunos es un iluminado, para otros un vulgar chuflado.