La sangre de Felipa Correa y de su hija Viviana Palma fueron las que abrieron la lista de mujeres asesinadas en contexto de violencia.

Madre e hija fueron ultimadas de un escopetazo, por un devoto de “San la Muerte”, que para recuperar el “amor de su expareja” prometió entregar la vida de siete personas.

Cerca de las doce del mediodía del fatídico 11 de enero del corriente año. Felipa Correa, de 49 años y madre de siete hijos, estaba cocinando en su vivienda del barrio El Porvenir de Monte Quemado –departamento Copo-. Imprevistamente llegó a su hogar su exyerno: Jorge Vidal Fecha, de 29, residente en la zona. El peón rural era la expareja de Yésica Viviana Palma, de 23. Los exconcubinos tenían un hijo en común.

“Adónde está Yéssi”, alcanzó a preguntarle Jorge a su exsuegra. Felipa le respondió: “Está en la calle con tu hijo. Está en la casa de una amiga”. Con esa respuesta, el jornalero salió a la calle. Se dirigió a la motocicleta en la que se movilizaba y desde el baúl extrajo una escopeta calibre 16 mm que le había pedido prestada a un amigo para salir a cazar y la cubrió con una campera. Ingresó nuevamente a la casa de su exsuegra, a quien encontró en el pasillo.

“Usted arruinó a mi familia”, le recriminó Jorge a Felipa y a una distancia de casi un metro, le disparó a quemarropa. El ama de casa caminó malherida hasta la cama de uno de uno de sus hijos, donde comenzó a agonizar. El femicida de inmediato se retiró del lugar.

En la vereda de la casa se encontró con uno de sus excuñados. Se trabó en lucha con él e intento lesionarlo con un puñal. Luego, le realizó un disparo. Jorge huyó a la casa donde estaba Yéssica con una amiga y su hijo. La encontró en la calle. Se detuvo frente a ella y, sin mucho qué decir, frente a su hijo y de los vecinos, asesinó a su expareja en la calle. Escapó de la escena del crimen y luego se entregó en la Comisaría Comunitaria 22, donde quedó detenido. Felipa y Yéssica murieron camino al hospital.

Junto a madre e hija, murieron en vida sus familiares. Quedaron sumidos en un gran dolor y desconsuelo. La casa materna, donde cada fin de semana sonreían y se divertían, se convirtió en el “cementerio” de los recuerdos que casi nadie se anima a visitar.

Cristian tiene 25 años y es el hijo mayor de Felipa. Junto a su hermano de 11 años son los únicos que se animan a habitar el lugar. En diálogo con Nuevo Diario, a unos meses de la tragedia, Cristian remarcó: “La muerte de mi mamá y de mi hermana nos dejó marcados de por vida. No es fácil vivir con todo esto. La casa de mi madre se siente sola. Ya nada volverá a ser como antes”.

“Mi hermana, que era pareja del hermano del femicida, se fue a vivir a Buenos Aires. Un día le dije ‘esa familia nos hizo mucho daño’. Tenía mucho miedo que ella también terminara como Yéssica. Mis otros hermanos no viven en la casa, porque es muy difícil estar ahí. Sucedió la peor desgracia para una familia y no se puede estar ahí. Ya nadie la habita, más que mi hermano que tiene 11 años, mi padrastro y yo”, remarcó el joven.

Al tiempo que agregó: “Hace un tiempo nos enteramos de que el asesino –por Jorge Vidal Fecha- había dejado órdenes a sus familiares que maten a mi hermana y a mi hermano menor. Sabemos que desde la cárcel mandaba cartas a su familia diciendo que ‘él no iba a pisar el penal’. Él tiene que cumplir con las siete muertes que le prometió a su santo, para que no vaya a la cárcel. Nosotros no sabemos qué puede pasar”.

Finalmente, puntualizó: “Para nosotros, es muy difícil ver la casa sola. Vivir todos los días con este dolor no es fácil. Mi madre era una excelente persona y muy trabajadora. Era madre y padre, era todo para nosotros y ahora no tenemos nada. Recuerdo que cada fin de semana íbamos a su casa y compartíamos con ella una comida o cosas que nos gustaban hacer. Mañana –por ayer- es el Día de Padre y ya esas fiestas no tienen sentido para nosotros, porque nos falta una parte muy importante de nuestra vida. Hoy lo único que me queda son mis hermanos y mi hijo. Hoy, solo me queda pedir justicia”.

“Uno siempre se imagina que la madre es eterna y que estará siempre”
“Si tuviera la oportunidad de ver a mi madre por última vez, la abrazaría y la besaría mucho. Le preguntaría ‘por qué se fue así’ o ‘por qué no se quedó un tiempo más aquí con nosotros, porque la necesitamos mucho’”, remarcó Cristian.

Con la voz quebrada, el joven indicó: “No entiendo por qué se ha ido de nuestro lado de esta manera. Nunca se nos pasó por la mente perder a mi madre y menos de esta manera. Uno siempre se imagina que la madre es eterna y que estará siempre con nosotros, es lo que nosotros siempre esperamos”.

La vida de los hijos de Felipa Antonia Correa cambió para siempre. Las mesas largas de los fines de semana ya no existen. Las corridas y las bromas ya no se sienten. Todo se tiñó de luto constante. Un silencio que duele hasta los huesos: “Lo que nos pasó a nosotros no se lo deseo a nadie en la vida. Lo que nos tocó vivir a nosotros de perder a nuestra madre así, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Lo que nos ha pasado, nos ha marcado y matado para siempre. Es terrible vivir con este dolor”.

Fecha Vidal enfrentará una dura pena
El doble femicida se encuentra detenido y está alojado en el Centro Único de Detención. Fue imputado de doble femicidio. La pena que recaerá en él el día del juicio será contundente.

Los fiscales del caso, tras un informe socio-ambiental y relevamiento vecinal, se constató que Yéssica Palma era víctima de violencia de manera sistemática por parte de su expareja; por eso se separó. El último día que compartió la convivencia con el agresor, este le juró que “la iba a matar por haberlo abandonado”.

Fuente: Nuevo Diario