Ladrones ingresaron en camión a robar madera y en una picada interna del inmueble una tabla con clavos les destruyó los neumáticos.

Después de 24 horas de permanecer inmovilizados lograron salir con la carga sustraída y al día siguiente denunciaron al poseedor del campo por el delito de daños.
Esto que pareciera increíble, tuvo lugar en el campo Tres Hermanos, distante 10 kilómetros de la localidad de El Salvador en el departamento Copo, inmueble que se encuentra en toda su superficie alambrado y que es ocupado desde hace más de 23 años a título de dueño por el campesino Raül Ricardo Mansilla, quien sustentado en las mejoras construidas a lo largo de los años inició las gestiones de prescripción veinteñal, y actualmente cuenta con un interdicto a su favor de retención del inmueble dictado por la justicia (ver faximil).
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Solo en Santiago del Estero sucede esto. Los ladrones denuncian a su víctima que intentó proteger sus bienes, colocando en una picada interna un resguardo que sirvió de trampa, lo que los dejó inmovilizados dentro del campo donde previamente rompieron el candado de un portón para poder ingresar.
Aseguran los lugareños y también obra en la denuncia radicada por Mansilla, que los malvivientes con el camión cargado permanecieron en el lugar más de 24 horas. Tiempo suficiente para que el damnificado denunciara el hecho y la policía sorprendiera a los ladrones infraganti, cosa que no sucedió.
Como ocurre con otras siete denuncias radicadas por Mansilla, esta vez también la justicia y sus auxiliares nunca llegaron y los ladrones que exhibían armas para intimidar, tuvieron el suficiente tiempo para reparar los neumáticos, matar un ternero, consumir un asado y al día siguiente se llevaron la madera sustraída quedando en evidencia el nivel de impunidad con la que actúan.
Los chimberos, como se los conoce a los que roban madera, días siguientes se presentaron en la policía denunciando al poseedor del campo por el delito de daños (lo acusan de haber colocado clavos en una picada dentro de su campo para evitar que le roben).
Por la denuncia de Mansilla nadie se movió pese a permanecer los ladrones más de 24 horas con la carga de la madera robada dentro del campo, pero como un insulto al espíritu de justicia, Mansilla es visitado por el policía Facundo Vera, efectivo del destacamento de Nueva Esperanza (Copo), investigando al dueño del campo por la denuncia formulada por los ladrones, mientras que la realizada contra ellos duerme en los cajones de la impunidad.

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La insólita denuncia de los ladrones no sorprende a los lugareños, quienes saben que los autores del robo estarían protegidos por el escandaloso tráfico de influencias con los que opera la abogada de la empresa, y un influyente personaje de nombre Martin, quien sería el autor intelectual del accionar delictivo de un minúsculo grupo de no más de seis personas. Los delincuentes destruyen alambrados y provocan otros daños que tienen como fin el de turbar las posesiones de las familias campesinas de Copo y Alberdi, quienes además reclaman con legítimo derecho la prescripción de las tierras donde nacieron y ocupan desde tiempos inmemoriales.