Otro campesino muerto en un conflicto de tierra en el norte de la provincia. Los medios locales informan sobre un incidente que terminó con la vida de Fabián Martínez, campesino, productor del paraje San Roque, cercano a Campo Gallo, en el departamento Alberdi.

Pero la muerte de Fabián Martínez, como la de otros campesinos en Santiago del Estero, está relacionada a los conflictos por la tierra, que continúan sin resolverse, en la provincia desde hace décadas.

Fabián formaba parte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero-Vía Campesina (Mocase-VC) y fue asesinado con varios disparos de escopeta la tarde del 5 de abril en el paraje San Francisco, cercano a Campo Gallo, al norte de la provincia, por una banda  armada que, según denuncia el Mocase, responde a Yonahtan Padilla un reconocido personaje en  la zona norte por participar de manera violenta en distintos conflictos vinculados a usurpación de tierras.

La zona norte de la provincia se ha convertido, no sólo en el centro de los conflictos por la tierra, sino también un escenario donde confluyen negociados inmobiliarios, venta y arrendamiento de tierra, extracción de productos forestales (con la connivencia de escribanos, jueces y policías) y el narcotráfico de droga proviene de países limítrofes.

Este hecho conocido por cualquier poblador de esta zona y se ha informado en diferentes medios periodísticos sobre investigaciones llevadas adelante por la Gendarmería Nacional, dependiente del Ministerio de Seguridad (ver notas de referencia), donde se han decomisado toneladas de droga.

Las bandas armadas tienen diferentes “modus operandi”: son contratados por empresarios o bien actúan por su cuenta “tomando tierras” para después venderlas, arrendarlas o como parte de algún negociado, que en algunos casos está relacionado al agro negocio.

Hoy, además de los históricos conflictos por la tierra, otras problemáticas golpean a las comunidades campesinas: las políticas de ajuste en curso que están llevando a la des- financiación y cierre de los organismos estatales de apoyo al sector y la depredación ambiental, que han ido minando a las comunidades.

 Propio de un régimen de descomposición social, los territorios se han convertido en “zonas” en disputa por bandas narco y de terratenientes con sus propias guardias blancas, que operan en toda la zona.

Se ha denunciado que la banda comandada por Padilla estaría actuando en función de empresarios tucumanos. El Mocase VC ha denunciado este crimen que ha causado conmoción en las filas campesinas.

En este escenario, el alineamiento de las organizaciones campesinas cuya política ha favorecido los negocios de los terratenientes, ha dado impunidad y apoyo de los aparatos represivos para que operen contra los campesinos pobres y originarios para que sean expulsados de sus territorios. La cooptación de los MOCASE por la política patronal de los gobiernos ha llevado al movimiento a un callejón sin salida.

Es necesario un nuevo comienzo que parta de este balance para posibilitar que las bases campesinas inicien un nuevo proceso de lucha y organización en torno a una alternativa política, independiente de sus representantes  que durante décadas han actuado bajo un régimen político de impunidad y opresión.