En el transcurso de la noche de este lunes, el sacerdote Eduardo Lorenzo, acusado de al menos cinco abusos sexuales en perjuicio de niños y adolescentes, se suicidó de un disparo en una residencia de la calle 4, entre 49 y 50 de La Plata, en donde se encuentra la oficina de Cáritas donde residía, según detallaron autoridades policiales.

El cuerpo del cura "fue encontrado tendido en el suelo, con posibles manchas hemáticas y, a un costado, un arma de fuego", detalla el parte policial.

De inmediato, personal de la Unidad Fiscal UFI 1 a cargo de Ana Medina, llegó al lugar junto a efectivos policiales para constatar los detalles del hecho.

Cabe mencionar que la jueza Marcela Garmendia había librado hoy una orden de detención contra el sacerdote, acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado contra al menos cinco víctimas, todas varones, todas menores de edad.

Sin embargo, un recurso de eximición de prisión presentado por su defensa evitó su arresto lo que fue calificado como "un escándalo" por el abogado querellante Juan Pablo Gallego.

El recurso había sido rechazado en primera instancia por la jueza, pero la defensa del sacerdote apeló a la Cámara por lo que no se había resuelto aún la detención.

Según detalla el medio Infobae la detención se activó, al menos en la formalidad, dos semanas después de que declarase ante la fiscal Medina la quinta víctima de Lorenzo, un hombre de 44 años que aseguró que fue abusado por el sacerdote a principios de la década del ’90, cuando él tenía apenas 16.

“Gustavo”, nombre ficticio elegido para no revelar su verdadera identidad, contó que el sacerdote lo obligaba a hacerle masajes, lo emborrachó para luego intentar besarlo en la boca. “Me pedía que le hiciera masajes en la espalda y me subiera arriba de él”, relató el pasado lunes 3 de diciembre en los Tribunales de la capital bonaerense y varias veces tuvo que interrumpir su testimonio, preso de la conmoción y el llanto.

De acuerdo con su relato, sufrió abusos por parte de Lorenzo entre 1991 y 1992 en la parroquia San José Obrero, de Berisso, y en la iglesia San Benito, en Olmos. El hombre contó que conoció al cura por su pertenencia a un grupo scout de la iglesia Rosa Mística, en el centro platense: “En ese momento Lorenzo coordinaba todos los grupos scouts a nivel regional y ahí comenzamos a tener una amistad. Al tiempo de haberlo conocido en la Rosa Mística, Lorenzo me invitó a ver grupos de scouts que tenía. Yo iba cada tanto, compartía alguna actividad. Y un día me invitó a cenar a la casa parroquial, que quedaba al lado de la iglesia San José Obrero. Fui y como no podía volver porque era tarde, me ofreció que me quede en una habitación que tenía”.

Por otra parte, cabe resaltar que en los últimos días finalmente se incorporó al expediente la pericia psicológica oficial hecha a Lorenzo, donde se lo describió de manera contundente. De acuerdo con el informe elevado por Ayelén Rodríguez y Verónica Silva Acevedo a Garmendia, el cura tenía una “estructura psicopática perversa de la personalidad, con características de manipulación, elevado autocentramiento y egocentrismo, con escasa autocrítica y autoobservación impregnada de rasgos narcisísticos”.

Ante las peritos, Lorenzo se mostró por momentos ansioso pero dotado de un vocabulario rico y gestos ampulosos. Contó que su mamá murió cuando él tenía siete años y que su papá luego conformó otra pareja que se suicidió pocos años más tarde. También relató que jugaba al tenis y al rugby, que fue a un colegio católico y que empezó a tener interés por la vida religiosa a los 15 años. Un año más tarde tuvo su única novia, Marilú, que le hizo pensar en su vida espiritual. Pero a los 20 ingresó en el seminario San José.

Frente a Rodríguez y Acevedo, el cura dijo que por momentos le costó la vida del celibato, que temió por la posibilidad de perder “halagar y ser halagado” y que “sublimó” su vida sexual, pero que a los 26 creyó haberse enamorado de una mujer.

Sobre la situación actual dijo que sintió que perdió “todo” y que se hizo cura “para dar una mano”. Fue contundente con la afectación de su ego tras las denuncias: “No quería que me vieran derrumbar”, les dijo a las psicólogas.

Para las peritos, “su organización psíquica resulta compleja, erigida sobre una fachada fenomenológica de presentación obsesiva y una imagen de sí grandilocuente, que encubre una estructura psicopática perversa de la personalidad”. Por lo que Lorenzo era un “narcisista, con afectividad poco empática” que tiene “ausencia de sentimientos de angustia o culpa”.

Lorenzo iba a cumplir 60 años el 21 de enero. Fue descubierto por gente de Cáritas, que denunció el hecho al 911. La Policía platense arribó al lugar a las 22 y pidió auxilio al SAME. El sacerdote estaba acostado en el suelo de su habitación, con un arma a su lado.