Por Tony Villavicencio | Yo no soy lego, soy periodista, empero en la superficial enseñanza de una formación integral, aprendí que para vivir en democracia tienen que funcionar a pleno los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El  Ejecutivo, encargado de planificar y poner en marcha las políticas de desarrollo nacional, a través de estrategias plasmadas en campos como la economía, la salud, la educación, entre otros. También dicta normas y decretos y garantiza el cumplimiento de las leyes emitidas por el Congreso.

Poder Judicial: su misión es asegurar la supremacía de la Constitución, ser su intérprete final, custodiar los derechos y garantizar el cumplimiento de la Ley.

El Legislativo, proyectando y sancionando leyes y controlando los actos de gobierno.

Pasa que  en estos últimos años, un sector del Poder Judicial se apartó del espíritu de justicia y, con todo lo ocurrido, ya nadie puede dudar que los jueces de los más altos niveles se han convertido en oposición política, pero  carecen de honor y voluntad política, cuando han decidido judicializar todo lo que se vote en el Parlamento y sea contrario a los deseos de sus patrones.

Eso, a los jueces los ha elevado al nivel de semidioses  de la oligarquía  Argentina y ocupan el espacio de una oposición que en lugar de estar en los tribunales administrando Justicia, viven pendientes del parlamento donde se discuten las leyes, anunciando que “salga lo que salga” van a judicializarlo, les han conferido un rango bastante superior al de la  Constitución. Gozan de haber transformado el ejercicio del Gobierno en un eterno peregrinar por Tribunales. Los Jueces  le han encontrado el gustito a reinar en democracia.

Había un espartano, un tal Licurgo, que sostenía que “el pueblo no obedece las leyes si no le dan ejemplo de obediencia los magistrados”. ¡Ejemplo! ¿Usted sabe el ejemplo que siguen los argentinos cuando ponen su mirada en magistrados como Stornelli, que se cansó de NO asistir a las citaciones de Ramos Padilla? ¿O de Hornos y Borisnky, reuniéndose con Macri en Olivos y en la Rosada justo cuando tenían que fallar sobre causas que a él le interesaban particularmente? ¿O de Ercolini, procesando a Gils Carbó por algo que, él sabía, no era delito? ¿O  Bruglia y Bertuzzi, trasladados a dedo a cargos superiores por facilitar la cacería de adversarios políticos al gobierno de Cambiemos?

Y ni hablar de sus compañeros supremos Rosencrantz y Rosatti, aceptando entrar por DNU a la Corte, que es como entrar por el tragaluz de la buhardilla o del mismísimo Rafecas, desautorizando al presidente de la Nación que lo ha candidateado para el cargo de Procurador. Y no nombro a Bonadío porque está mal hablar de quien no puede defenderse aunque, en vida, él no permitía que nadie se defendiese.

Y ojito con revisar ninguna de sus prebendas, porque siempre hay magistrados  para declarar inconstitucional hasta a la Constitución Nacional si fuese necesario. Y de manera perentoria. Eso sí: impartir Justicia es otra cosa, demanda otros tiempos, requiere otros análisis.

Por eso,  propongo  que el presupuesto a pesar que por ley fundamental debería hacerlo el Consejo de la Magistratura, contrate a esa empresa de limpieza llamada “Voluntad Popular SRL” y saquen a la luz toda la mugre que se ha barrido debajo de las mullidas alfombras del Palacio. El pueblo  es especialista en limpiar los rincones más ocultos y oscuros, como los que sobran en ese bunker gigantesco que es el edificio de Comodoro Py, y le garantizamos los resultados.

La tarea comienza con una sencilla reforma de la Carta Magna: los incluimos dentro del juego democrático, les permitimos competir en elecciones abiertas y transparentes… es más, propagandismos esta decisión para que los 75 puntos de imagen negativa que tiene hoy la Justicia empiecen a modificarse. Ustedes aceptan lo que el pueblo vote y, en un par de décadas (o un poquito más) todo esto que hoy huele a podrido sin ser Dinamarca, empezará a tornarse respirable.

El miércoles la Suprema Corte devolvió a CABA, la ciudad más rica del país, 86 millones, contradiciendo el constitucional federalismo. La sociedad argentina está cansada y saben que lo demás es sólo fantasía de poder  y no duda que el partido judicial es  real y promueve un golpe de Estado.