Por Tony Villavicencio | Después de visitar el paraje Sarmiento, en el límite de los departamentos Alberdi y Copo, y ver de cerca las injusticias que a veces se cometen, ver a un anciano derramar lágrimas, reflexioné sobre lo que decía José Martí.

Afirmaba que detrás de un buen periódico hay “una mano enguantada que lo escribe y una conciencia que por más que la pinten y la manchen sus detractores, como obra del espíritu, los enfrenta porque esa es la obra del buen periodista, pero es un ser humano y por naturaleza imperfecto”.  

Empero para soportar todas las presiones de su profesión, el buen periodista ha de estar orgulloso de su profesión. Hay que sentir orgullo y respeto por lo que uno hace, y más aún en pueblos donde las mentes no son tan lúcidas para diferenciar el mal del bien, yo nunca trabajé para ser  el mejor, sino el más útil para la sociedad, porque el verdadero periodista tiene un sentido de misión en su ejercicio profesional 

A veces en Monte Quemado me he sentido incomprendido por la sociedad, como un perro ladrándole a la luna, empero fue más fuerte mi  pasión y mi sacrificio por el periodismo y como si se tratara de un esplendor apagado, hoy escribo sobre periodismo como una noble vocación a la  que me entregué plenamente y para toda una vida.

El buen periodista es un apasionado por la verdad, verdad que muchas veces incómoda a los que le hacen diferencias a la mentira, recurriendo a las pillas monedas que se disfrazan de comunicadores sociales y desprestigian la profesión de un comunicador, y para engañarlos usan la escasa capacidad de análisis de los pueblos.

En Monte Quemado el culpable del desastre y la degradación institucional del municipio, no fue exclusiva del gobierno, sino de los medios corruptos que a cambio de monedas fabricaron mentiras para desvirtuar la verdad, que hoy por ser verdad sale a la luz para vergüenza de todo un sistema democrático, que por años empobreció, marginó y excluyó a los copeños del crecimiento y desarrollo que observamos en departamentos y cuidades vecinas. 

 El buen periodista es autocrítico

En periodismo, más allá del título y de las especializaciones que en cuadros adornan mi hogar, se aprende y perfecciona más en los errores que en los aciertos. Un error señala las debilidades, estimula las correcciones y logra que hoy se hagan las cosas mejor que ayer y que mañana sean de mayor calidad que las de hoy, y es lo que nunca van a lograr los impostores que compran títulos truchos y utilizan los medios  y la falsa profesión en negocios que atentan contra los intereses del pueblo.

El buen periodista elabora conocimiento y lo comparte

Al describir la clase de periodistas que necesitan los periódicos, fija la atención en los obsesivos y descontentos para quienes ser reporteros es mucho más que dar noticias,  por tanto “habría que pensar sobre temas clave, discusiones que relacionen los problemas del periodismo con los principales caracteres del pensamiento moral”, “pensar las noticias hasta llegar al abordaje correcto de la historia”, “familiarizarse hasta sentirse cómodos con la tecnología”, “educación rigurosa en una disciplina especializada”, “leer textos originales sobre filosofía, ciencias, leyes y otras disciplinas”. Necesitamos periodistas, “que puedan contar una historia de manera que persuada a los científicos y al público por igual”. “Es lo que se llama escribir bien: con gracia, sorpresa y suspenso” y apela a la metáfora: “lenguaje que simplifique lo complejo y convierta lo difícil en moneda que todos puedan utilizar”. Eso lo hace un buen periodista.

 El buen periodista hace periodismo con un objetivo

Esto consiste, según Gabriel García Márquez, en “cambiar algo todos los días”, y el verdadero periodismo es intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Si lees los escritos de los mejores, comprobaran  que se trata siempre de un periodismo intencional. Ser periodista es siempre estar luchando por algo”.

El buen periodista tiene el sentido del otro. Los buenos periodistas son personas respetuosas con el otro, capaces de mostrar esa actitud en todo momento. Ser reportero significa, antes que nada, respetar a todo ser humano en su propia privacidad, personalidad y escala de valores”. En otra ocasión, sin los otros no podemos hacer nada. La cuestión fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro. Una condición fundamental para hacer periodismo consiste en ser capaz de funcionar en conjunto con los otros”.

El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro

Esa capacidad de asombro va estrechamente ligada a la capacidad de hacerse preguntas, que distingue al buen reportero y que es a la vez el resultado de un fino sentido para descubrir lo nuevo y de una sabia y humilde disposición para estar aprendiendo a todas horas, de toda persona y en todas las circunstancias. Las mejores investigaciones, los trabajos periodísticos de mayor calidad, son el resultado de preguntas que mantuvieron activo a un periodista que finalmente obtuvo una respuesta. Cuando no hay preguntas ni asombro aparece la rutina profesional. Uno de los grandes peligros de esta profesión es la rutina,  Uno corre el riesgo de estancarse, de quedarse satisfecho… el periodismo es un acto de creación”. Para no estancarse, para sacudir la rutina, para seguirle la pista a la realidad que  todos los días se reinventa, el buen periodista mantiene su capacidad de asombro tan intacta como sus sueños.

El buen periodista es independiente.

Lo concluyente e ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones. En las empresas editoriales no existe la libertad de prensa, sino la libertad de empresa. El patrón invirtió en un diario, en una radio, para trasmitir un mensaje que le deje ganancia y es justo que así sea. En general, la conquista de periodista es un pedacito de nuestra independencia y se gana día a día y  que a pesar de todo, es una condición necesaria e irremplazable para quien quiera ser  no el mejor periodista, sino el más útil para la sociedad.