Por Tony Villavicencio | A mediados de los noventa se imponían siete tipos de inteligencia y faltaba la ambiental, la relacionada con la naturaleza.

De eso hablamos en la Asociación de Productores de la Industria Forestal (APIF) cuando me escapaba de la redacción del Nuevo Diario a compartir un café, con el  extinto Cacho Cheda, Tito Nazar, Juancito Dichof, Lito Gay, los Julián, padre e hijo.

De estas reuniones de amigos productores forestales, de opinar en libertad, sobre el valor del bosque, aprendí que las  personas demandan muchísimas cosas de los bosques y no sabemos cómo hacerlo y hoy me doy cuenta que necesitamos profesionales que, además de plantar un árbol, sepan planificar la masa forestal, mantenerla y usarla.

Hubo un vacío de capacidades de esta educación y es hora de revertirlo y ampliarlo para evitar que el medio natural se descuide como en las generaciones anteriores. Hay  que  promover la educación forestal en Monte Quemado, en todos los niveles escolares.

Aquí en Monte Quemado nunca escuché que los jóvenes y los mismos productores recibieran charlas  que les enseñen a cómo cuidar el bosque  y no siempre verlo como un buen negocio. Si quieres ganar dinero te dedicarías a otra cosa, pero para que haya gente joven que quiera dedicarse a esto hay que darle su valor. Para ello es necesario conectar a la gente con la naturaleza desde pequeña, para que sea consciente y pueda tomar buenas decisiones de consumo en lo que es un aprovechamiento racional y sustentable. Sin comprometer  los recursos naturales, que son renovables.

 Las personas demandan muchísimas cosas de los bosques, empero  no sabemos cómo hacerlo. Necesitamos profesionales que no se limiten a ocultarse y pedir controles y  sanciones correctivas, que si bien es cierto son necesarias para el ordenamiento, pero necesitamos que  además de plantar, sepan enseñar a planificar la masa forestal, mantenerla y usarla.

Uno de los mayores desafíos que tendrá el copeño estará en trabajar para detener la deforestación, principalmente causada por la conversión en tierra para agricultura y ganadería que es lo que alarma a las organizaciones ambientalistas y  la terminan pagando los forestales de copo, cuya única actividad productiva generadora de la economía de  60.000  habitantes.

Según la consulta realizada por este medio, la naturaleza crece tres veces más rápido que la industria; un tercio de la población utiliza la madera como fuente energética para cocinar, hervir agua y calentar; y la madera suministra cerca del 40% ciento de la energía renovable mundial. Si esto es así, hay que conectar a la gente con la naturaleza desde pequeña, para que sea consciente de la conservación del bosque y pueda tomar buenas decisiones

Cada provincia tiene el derecho de desarrollar su propio control, pero no hay razón para reiterar los errores. Eso de venir hacer ruido en la prensa provincial y nacional secuestrando tractores y acoplados viejos, y secuestrando  madera en tránsito para justificar al gobierno que están siendo presionados por las organizaciones ambientalistas internacionales, no alcanza. 

Si bien es cierto es necesario medidas correctivas en la actividad forestal, que la ordenen y ayuden al sector a un aprovechamiento racional del bosque, pero el problema es la deforestación que, como ya se sabe, las autorizan mediante gallos y medianoches. El peligro del bosque  no está en la motosierra del sector forestal.  Las que deforestan y ponen en peligro al medio ambiente, son las topadoras y es ahí  donde los  organismos del control del estado provincial debieran  presionar.