Por Tony Villavicencio | Las políticas clientelares, los abusos de autoridades, las mentiras de campaña, las promesas incumplidas y el uso discrecional y patrimonialista de los recursos públicos, son formas concretas de corrupción  a las que hay que erradicar.

Dada la importancia del tema que nos ocupa, me gustaría empezar esta reflexión con las siguientes premisas: ¿Qué consecuencias tiene para el sistema político de Monte Quemado el uso clientelar de los recursos públicos (Los subsidios a los clubes de barrios  y más aún ¿qué efectos sociales generan las prácticas ilegales e informales para la estabilidad de un sistema democrático denigrado como el nuestro?

Por las redes sociales nos enteramos de este caso comprobado de utilización de recursos públicos y su uso clientelar, con el fin de ganar una ventaja electoral antes del inicio de las elecciones del 7 de agosto.  

 Al respecto, considero que tendría que resultar ofensivo para cualquier ciudadano, No cabe duda de que ésta sea una maniobra de las autoridades  de sus grupos de poder, para aprovecharse de las necesidades de la gente e imponer su visión política a través de prácticas indignas e injustas. Lo cual, por cierto, tiene nombre y apellido, se trata de una política clientelar, cuya tradición de manipulación y abuso atenta contra la política democrática, basada en el respeto a los derechos de las personas.

Pero ¿cuáles son los rasgos de una política clientelar? Me parece importante identificar que se trata de un aspecto doblemente grave: por un lado, significa un abuso de autoridad y un dispendio de recursos públicos y, por el otro, una estrategia que considera a las personas, dada su situación económica, susceptibles de intercambiar ¿favores? o ¿cosas? De tal manera que el voto puede ser equivalente a un kilo de arroz.

Ante los hechos, sobra decir que no se trata de confabulaciones o de ataques políticos insidiosos, sino de una clara muestra de una noción corrupta de la política.

En resumen: Las políticas clientelares, los abusos de autoridades, las mentiras de campaña, las promesas incumplidas y el uso discrecional y patrimonialista de los recursos públicos, son formas concretas de corrupción grave y de afectación de la vida y el interés público.

Por ello, un verdadero compromiso para cambiar la vida política de nuestro sistema democrático en Monte Quemado, es crear las condiciones y normas para eliminar los casos de política clientelar, porque como ya vimos, ésta representa un gasto superfluo y patrimonialista que termina beneficiando a una persona o grupo; a alguien que se vuelve -más que representante popular-, dirigente de una mafia que se burla de las personas y busca permanecer en el poder usando las peores prácticas.

Insisto, en un sistema clientelar las decisiones de la autoridad se utilizan para obtener beneficio privado, y es una forma de poner obstáculos a la participación ciudadana genuina y democrática.

En mi perspectiva, considero que los compromisos de los candidatos a los cargos de elección popular deben estar ajustados a crear legislación y prácticas formales, así como normas y un sistema de sanciones para eliminar dichas políticas clientelares, ya que éstas son el peor de los cánceres para la construcción de ciudadanía.

Es fundamental, además, proteger y auditar el presupuesto público, evitar las transferencias, extraordinarias, discrecionales, específicas, personalizadas y opacas. En estos días el comisionado municipal de Cabure, recibió una trasferencia de un monto cercano a los dos millones de pesos destinada a la campaña de un candidato.

 El compromiso de un candidato debe estar respaldado por mensajes claros y decisiones para eliminar de forma real y cuantificable la desigualdad y la pobreza; no para recibir dinero del estado provincial para comprar voluntades. Usar el dinero  del pueblo en una campaña  electoral no es otra cosa que ejercer un deliberado clientelismo.

Los candidatos a intendente no deben abusar de la confianza de los ciudadanos, deben ser honestos y profesionales al ejercer sus responsabilidades, de otro modo no podremos cambiar la situación difícil que ahora vive la sociedad de Monte Quemado, después de 37 años de habernos penetrado en la carne el autoritarismo que  nos frenó el progreso y el desarrollo. Liberémonos, esta es una oportunidad, no votemos a los mismos ni a un título inexperto con las mismas prácticas y los mismos vicios.