Por Tony Villavicencio | Estamos en Monte Quemado desde hace 37 años inmersos en una profunda crisis, sanitaria, económica, social y también de valores.
Cabe entonces preguntarse, como es posible que después de más de tres décadas de democracia, los Copeños aún no han resuelto necesidades básicas y existenciales.
Si es cierto hay que reconocer tenemos un infraestructura hospitalaria faraónica, empero somos 68.000 habitantes en el departamento Copo y no hay recursos humanos, especialidades faltan remedios, aparatología y en casos por estos días la intervención sumida en el desorden y desconfianza incumpliendo el pago de miserables sueldos del personal contratado y el reclamo de las estaciones de servicio por deudas del combustible de las ambulancias.
Nunca nada volverá a ser como antes, sanitariamente estamos peor, el hospital público es una guitarra sin cuerdas. No podemos vivir en una ciudad que se auto destruye inconsciente de sus propios límites, cuando en la políticas por obra de los políticos, desde hace 37 años siempre son los mismos y las mismas promesas. El bolsín de mercadería pan de hoy, hambre de cuatro años y otra vez la mentira, corriendo detrás del engaño, bajo las falsas promesas de un crecimiento económico que en la práctica es para unos pocos y la eterna pobreza para las grandes mayorías.
En Monte Quemado después de dos gobiernos, tenemos el convencimiento de que la política pone en evidencia que aquí, en Monte Quemado fracaso la democracia que siempre estuvo dirigida al lucro de unos pocos, sobre la explotación de la mayoría. Donde las desigualdades profundas de los niveles sociales, son declaradas como el éxito de familiares y amigos del poder, sobre la explotación y el sufrimiento de todos.
Esto también sucede en Monte Quemado, relegando a los cuidados a la intimidad de hogares cada vez más aislados y empobrecidos. Aquí, los vivos hacen negocio con lo que es de todos y esto pareciera normal, Se hace negocio con la explotación del bosque, en el fisco y hacen negocio hasta con la salud, con la educación y es más hasta con la muerte.
Si te enfermas y perteneces al entorno del poder político la municipalidad te compra los remedios. Claro en la farmacia de la secretaria de gobierno Silvia Mariela Castrillo y si los remedios no te hacen efecto y pasas al otro mundo también la municipalidad compra el cajón, te paga el velatorio por supuesto en la funeraria del intendente de turno o de su testaferro. Una efectiva formula de hacer política y ganar plata usando y abusando del poder político bajo el disfraz de un gesto solidario.
Vivimos en un mundo superficial, donde desde la política se practica el materialismo y se disfraza la solidaridad. Vemos viviendas sociales serradas y hay cientos de familias sin techo digno y en casos sin alimentos, en espacios reducidos, plagados de vinchucas y otras contaminaciones. Los controles del municipio se convierten en herramienta de extorción política, para el contrario al gobierno el látigo y para los familiares y amigos del poder, la estantería plagadas de mercaderías vencidas a riesgo de comprometer las Salud.
Hay que recordarlo los procesos de deshumanización están íntimamente relacionados con los sistemas de dominación y poder y con la manipulación de la cultura de los pueblos donde en las mayorías de escasa instrucción .Si te propones ponerle luz y abrir los ojos al pueblo. Con el mismo dinero del pueblo empobrecido y sufriente usan a los necesitados para desprestigiar a quien se anima a pensar en vos alta y te proscriben de derechos al extremo que hay familias asentadas fuera de la red, por pensar distinto les negaron el servicio de distribución de agua para el consumo humano.
Uno u/el otro sector, cuando estuvieron en el gobierno, siempre utilizaron el mismo método de intimidación política. En general los sistemas autoritarios de poder contienen procesos de deshumanización de las personas a ser dominadas y prácticamente desaparece la empatía. Y en Monte Quemado sufriendo interiormente empero callados y temerosos, nos acostumbramos a ver, los abusos y opulencia económica del poder político, invirtiendo en imponentes y dantescas edificaciones, que se elevan como un insultó a los niños, descalzos semidesnudos. Hambrientos, famélicos viviendo y durmiendo bajo plásticos en medio de la nada.