Por Tony Villavicencio | El Banco Mundial informó que más del 20% de los hogares argentinos tienen problemas para acceder a los alimentos, y la situación más crítica está contemplado en el norte de nuestro país.

Monte Quemado, Santiago del Estero, no escapa a esa cruel realidad. En todo el mundo la pandemia está imponiendo una revisión de las democracias, que no solo es una estructura jurídica y un régimen político, es un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural de los pueblos.
Entonces, debo suponer que la democracia se basa en el ser humano que no sólo es sujeto a derechos formalmente otorgados, sino que como sistema de vida, son derechos realmente vividos, y está claro que la democracia no es solo el derecho del pueblo a reclamar.
Yo entiendo por democracia no sólo el derecho de protestar contra las injusticias y el hambre, sino el derecho de comer y es la clase política, desdes los partidos, los ideales y los proyectos la que tiene que crear los espacios y las condiciones para que la gente recupere y tenga acceso al trabajo, y con su esfuerzo a los alimentos y a vivir con dignidad.
Monte Quemado tiene más del 60% de familias pobres y no menos del 30% con problemas de acceder a los alimentos y eso no es solo efecto de la pandemia, sino también evidencia la debilidad del desarrollo de 37 años de una Democracia que permaneció cautiva y estos son los hechos que con una gran voluntad política es urgente enfrentar sin demagogia y sin signos partidarios, sino con visión de estado y en esto es fundamental la participación de nuevos dirigentes, de nuevas ideas y nuevos proyectos.
Es cierto, en el marco de la economía actual, la inflación debe de ser vista no sólo como un problema ético de una sociedad que es incapaz de dar los satisfacciones y las oportunidades a sus integrantes, sino también como la responsabilidad del Estado de cumplir con los controles y sus obligaciones funcionales. Aquí todo es precario, las instituciones del estado Municipal, el trabajo, el salario la estabilidad laboral y lo más graves es que no existe en el poder político local conciencia de la realidad socio económica y sus desbastadoras consecuencias.
Es muy importante atar el combate a la pobreza a un urgente y necesario crecimiento económico gestionando en el gobierno provincial y nacional, infraestructura para seducir inversores. La pobreza no podrá eliminarse sólo con base en la política social del gobierno. Es necesario y estructural que se ligue a que la gente tenga un trabajo formal y eso sólo se podrá lograr si tenemos un despegue en la infraestructura básica que promueva desde la inversión privada desarrollo para un crecimiento económico.
Dejemos la mediocridad de una sociedad dividida y enfrentada al servicio no de un ideal, sino de dos hombres que lideran la política y gobernaron desde hace 37 años y hoy las consecuencias sumado a la pandemia son graves.
Los copeños nos encontramos con un trágico resultado social. El 65% de la población empobrecida, y con el 30% de ese sector con problemas de acceder a los alimentos, sobreviviendo en viviendas precarias en hogares donde la peor parte la sufren, nuestros niños y ansíanos.