Por Tony Villavicencio | Desde la Revolución Francesa, las formas políticas se reconvirtieron para siempre.

Las familias de las monarquías en el mundo no gobiernan, empero debemos reconocer que en Monte Quemado aún tenemos una familia soberana por encima de la representatividad del pueblo cuando anula al Consejo Deliberante bajo el pretexto de la pandemia. 

En el mundo parecía que se terminaron lentamente los regímenes monárquicos absolutistas, sobreviviendo apenas aquellas monarquías como la inglesa, donde los reyes cedieron el poder real al parlamento, que representan al pueblo soberano, para perdurar en adelante como jefes de Estado sin poder político.

En Monte Quemado, en democracia reina la realeza en una familia sin abolengo, pero con un poder político propio de las monarquías porque en nombre de la pandemia se apoderaron de todo. Se adueñaron de las instituciones, de la Ley, de derechos y garantías de los ciudadanos según la línea de pensamiento, culpan, sentencian  y/u otorgan perdones que es igual a impunidad. Traducido a lo criollo, para la administración del gobierno de Monte Quemado hay hijos y entenados.

Empero no es lo que nos preocupa, tenemos fiscales que obran a derecho, pero si en la tabla de los valores recordamos a Locke, Montesquieu, Rosseau y otros que sentaron las bases de la nueva forma del Estado y su fuente de poder. Reconocemos, no estamos confundidos, en Monte Quemado reina el autoritarismo de una familia gobernante que en nombre de la pandemia se apoderó de todo y de todos. Habrá medidas que te cuidan, pero hay también abusos que llegaron al extremo del  destierro de copeños  como el caso de la familia Palma, o el de la joven madre Romina que permaneció dos meses fuera de su hogar, durmiendo en la calle, pidiendo limosna, tirada en la localidad de Taco Pozo y una niña de cinco años esperándola en su casa de Monte Quemado, entre otros casos de injusticias que sería largo enumerar y  que solo tienen explicación en el abuso y la arbitrariedad.

Hay que recordarles que el  pueblo es el soberano (dueño del Estado) que mediante el voto elige a quienes gobernarán en su representación, en un esquema de división del poder en tres, para que se controlen y moderen mutuamente. En Monte Quemado hace largo meses que el Concejo Deliberante, sin funcionar, atrofia el funcionamiento de la democracia, que es manoseada por una familia que hace seis meses cerró sus puertas, despidió a los concejales auto confiriéndose facultades extraordinarias que en la letra de la Constitución Nacional y provincial no existen.

Aceptamos una emergencia sanitaria y medidas de su protocolo, pero para nada se declaró un estado de sitio. En consecuencia, nada dice que hay que suprimir a las instituciones básicas de las democracias como está ocurriendo en Monte Quemado. La presidenta del Consejo Deliberante, el 20 de marzo pasado, como si fuera su propia casa cerró con llave las puertas de la institución del pueblo suprimiendo como órgano institucional activo al cuerpo colegiado, dejando a la democracia sin la participación de los concejales que es la más genuina representatividad del pueblo.  Habría que recordarle que el Concejo Deliberante que es una institución del pueblo y no de la presidenta.

No nos engañemos, no hay democracia si el pueblo no está representado en las instituciones básicas del sistema como lo es el Concejo Deliberante cuya suspensión otorga facultades extraordinarias a un poder ejecutivo de familia que no solo obran como una monarquía absolutista, sino que sin presencia institucional del Consejo Deliberante hacen sentir al pueblo que la familia que gobierna es de la realeza copeña.    

¿Cómo conoce la realidad el pueblo soberano?

Esa manipulación de la realidad pasa tanto por lo que dicen, como por lo que omiten. Los medios de comunicación local, que es mejor atribuirles falta de conocimientos, que mala intención  cuando callan aspectos obscenos de la realidad de las instituciones del pueblo  y por desconocimiento manipulan a la opinión pública en un Monte Quemado, donde la familia reinante invierte mucho en los pillas monedas para evitar que por los medios se expresen quienes piensan distintos y, a la vez, evitan que el pueblo conozca  las denuncias de los que sufren atropellos y abusos, y cuando alguno de sus víctimas logra publicar en este diario su injusticia y dolor el castigo es peor, declaran nulos sus derechos cívicos, para ellos, la familia y su posteridad.  Así infunden el miedo.

Mandar a filmar la redacción de este medio, es con el fin de atemorizar a quienes vienen a denunciar las injusticias y esto es lo que está claro para la vecindad. Son pocos los que se prestan para llevar a los aprietes, pero siempre quedan los mercenarios mediáticos del sistema a los que hacen cantar a favor de la familia real gobernante, con una población oprimida y con miedo, sin acceso al trabajo digno, a servicios educativos ni de salud, donde el que nace pobre se morirá pobre, y hasta da la sensación que cuidan que el empleado municipal o el vecino que progresa es un peligro para el futuro de la falsa realeza gobernante.

Los empleados cuentan que desde  la municipalidad el gobierno de familia se niega a la creación de un solo espacio de igualdad de oportunidades, al extremo de que todo empleado o empleada municipal con formación académica se la considera peligrosa para los fines del poder y se la rebaja a lavar platos en la concina o cuidar tumbas en el cementerio, y esto recuerda a la familia real del siglo XIII en el entorno del poder no se admitía que los súbditos los supere en conocimientos en inteligencia y en casos hasta el bien parecido lo ocultaban. Nadie podía tener mejor estampa y presencia que la reina.  

Por estos días la familia del poder real está embarcada en presionar para silenciar a la prensa que desnuda las intimidades de un poder político de familia, que viviendo en el siglo XXI funciona como las monarquías absolutistas del siglo XIII, con la única diferencia que en Monte Quemado la reina sentencia, el rey firma, el oficial principal ejecuta y el pueblo aguanta.

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Tony Villavicencio