Por Tony Villavicencio. Los Copeños, como todos los argentinos,  le tenemos horror y no sabemos cómo pilotearlo. Le pusieron  de nombre Covid-19, pero no sabemos muy bien qué es, ni cómo se comporta.

Es comprensible que fallemos a la hora de enfrentar este mal. Lo que es imperdonable es la mezquindad con que nuestras autoridades lo hacen. O sea: la estrategia puede ser falible y perdonable, lo que no se puede digerir es la actitud siniestra cuando se la invoca en nombre del bien común y no es que sean inadvertidos, al contrario son extremadamente vivos,  lo hacen siempre con un fin político, comercial o económico, o digamos el de generar privilegios para unos en perjuicio de los otros en el marco de una emergencia que nos exige igualdad.

Avivada o ilógico

El caso de los comercios, a los que se les permite trabajar de 8 a 16, y no hay cumplimiento del aislamiento en ese horario. Desde las 16  hasta las 20  no los dejan trabajar, pero  en este horario tampoco hay control del aislamiento y entonces, por qué no se deja que el comerciante que paga sus impuestos pueda seguir con su actividad comercial hasta las 20.

Después de las 16, en la ciudad opera en ese horario un mercado negro, donde se consigue de todo pero a precios superiores, no hay control, venden comidas, mercaderías y nadie controla, porque la activad comercial desde 16 a 20 se la ejerce desde la clandestinidad entonces, qué sentido tiene obligar a los comercios bajar las persianas, cuando en ese horario no hay control de aislamiento. Descuido, desorden o ¿hay oculto algún otro interés?

Amenazas

Es imperdonable el uso político o politiquero que se hace de la pandemia. A buena parte de los decisores elegidos por nosotros sólo se le ocurrió responder con imposiciones o amenazas, como lo hicieron casi siempre. En los controles de los accesos se les pide el documento a los vecinos que salen e ingresan a la ciudad, porque trabajan  en la zona rural o vienen del campo a la ciudad. A estos se les pide el DNI, le sacan fotocopia al documento personal,  se los remite a control de la secretaría de gobierno para que decida si se lo va dejar salir o ingresar a la ciudad. Tenemos testimonios de conocidos que viven en zona rural y que se tuvieron que volver al campo porque no las dejaron ingresar la ciudad.

No fue difícil para los controles en un pueblo donde estamos más acostumbrados a obedecer que a decidir, y mientras la mayoría cumplimos la cuarentena con miedo y salvando el cuero propio, esgrimimos el discurso de la empatía y de la solidaridad. En general, respondimos como siempre con hipocresía y supuesta corrección política. Pero como alguien dijo, nos habían mandado a no hacer nada y lo hicimos mal, porque es cierto, algunos no cumplen con la cuarentena.

Después, mientras se moría gente en el país y en el mundo, nos dijeron que si nos quedábamos en casa estábamos “libres del virus”.

Se cerró en forma hermética Pampa de los Guanacos y está bien que así sea, pero cerrar a Monte Quemado y no dejarlo ingresar a los de Tigres, cuando el coronavirus está mas allá de Pampa de los Guanacos que es donde hay que cuidar, que no pase coronavirus o es obra del exceso o de  la mala intención, claro se supone cuando no a todos se mide con la misma vara y habría que preguntarle a Yuly Coria.   

Y bueno de tanto ver desde la ilógica el cuidado que nos ofrecían, entonces empezamos a confiarnos y a salir hasta para ir a la esquina a ver si llueve, hasta que apareció el oficial del poder político quien sin límites, en nombre de la pandemia, ingresaba a tu casa, te sacaba arrastrando de los pelos, te rompía la cervecita y hasta te llevaba el aparato de música con el último CD con canciones románticas de Ceferino Torres, y este abuso también estuvo incluido en el “todo vale” de la prevención de coronavirus.

La acción fue tan exagerada que cuando no me dejaban entrar viniendo del mismo departamento, parecía que podías encontrar al Estado en el patio de tu casa diciéndote qué debías hacer, claro sea “por el bien de todos”.

Hoy podríamos sumar a otros pueblos en este esquema:

El desafío que viene ahora es mantener la cuarentena todo lo que la crisis (económica) dentro de la crisis (sanitaria) pueda resistir.

En la instancia de flexibilización de la cuarentena, unos proponen y otros cuestionan. Las dos posturas serían más entendibles si no estuviese el fantasma de la mezquindad política de por medio. Aquí, en Monte Quemado y también a nivel nacional.

De verdad deberíamos sentirnos separados pero juntos, y dejar las mezquindades y sectarismos para más adelante o para nunca. Y que las ideas de ser y hacer mejor por el bien común nos una y si eso lo logramos seríamos menos limitados.

Porque si del sufrimiento no aprendemos, no lo aprenderemos nunca.