La asociación civil Luchemos por la Vida, que trabaja en la prevención de siniestros viales, aconseja a los conductores disminuir la velocidad para que el viaje en ruta sea más seguro.

En ese sentido, recomienda dedicar media o una hora más de tiempo para ganar en seguridad, para lo cual aconseja no sobrepasar los 100 kilómetros por hora, ni siquiera en los tramos de ruta donde esté permitido. Según la entidad, disminuir 10 km/h la velocidad habitual de circulación aumenta en forma notable la seguridad, ya que permite dominar mejor el vehículo en cualquier situación imprevista.

La cantidad de vehículos que circulan en las rutas aumenta en forma significativa en el inicio de las vacaciones de invierno, con familias que se trasladan de un punto a otro del país. Las largas distancias, el apuro y la ansiedad por llegar a destino en el menor tiempo posible son algunos de los factores que influyen en la decisión de viajar a mayor velocidad, aumentando así el riesgo de sufrir algún siniestro vial.

Las estadísticas confirman que el exceso de velocidad es una de las principales causas de siniestros viales fatales en las rutas. Por eso es importante que el conductor tenga claro, antes de iniciar el viaje, que en el apuro por llegar puede verse tentado de dejar de lado las conductas prudentes.

Es importante, además, que se pueda alternar la conducción del vehículo entre dos personas, pero si eso no es posible lo recomendable es que el conductor tome un descanso de 10 minutos cada dos horas, y haga algunos breves ejercicios de estiramiento y relajación.

                                

Hay que tener en cuenta, por otra parte, que la falta de descanso y el viaje en ruta en horas de la noche también son factores que suman riesgos. Es que la fatiga afecta el rendimiento físico y mental del conductor, especialmente de noche.

Conducir con sueño, cualquiera sea la hora del día, lo coloca en situación de peligro al transitar en la vía pública, al hacer más lentas sus reacciones, distraerse con facilidad, alterar su capacidad de percepción, análisis y decisiones. Al respecto, Luchemos por la Vida advierte que si, además comió en forma abundante antes del viaje, lo que ocurre es que el proceso de digestión demanda energías físicas, aumentando la fatiga. Y si se ha bebido alcohol la situación empeora gravemente.

La tarea de conducir requiere de concentración y un estado de alerta y atención permanentes. Al conducir cansado o con sueño la atención se dispersa, se hacen más lentas las reacciones y se altera la capacidad de juzgamiento de las situaciones. Ante un peligro, no se reacciona con rapidez y el riesgo de accidente aumenta. Por todo lo señalado, se debe evitar conducir cansado o con sueño, tanto de noche como durante el día.

A estos consejos debe agregarse la necesidad de realizar un buen chequeo del vehículo antes de iniciar el viaje, y que cada persona que se pone al frente de un volante asuma la responsabilidad de circular con precaución, cumpliendo con lo que establecen las leyes y normas vigentes.

Existen dos tipos de velocidades que resultan riesgosas y generan accidentes: la velocidad excesiva, cuando se superan los máximos legales para el tipo de rodado y de vía por la que se circula; y la velocidad inadecuada, que es aquella que sin superar la máxima autorizada resulta desproporcionada según las circunstancias que se le presentan al conductor, como por ejemplo, desplazamiento con lluvia, neblina o humo. En este sentido, se debe saber que circular por debajo de las velocidades mínimas también es peligroso.

Los buenos conductores, además, deben saber que cuanto mayor es la velocidad, menor es el campo de visión y, en caso de accidente, la probabilidad de sufrir lesiones graves o mortales se multiplica. Diferentes pruebas realizadas en laboratorios de seguridad vial demostraron que una colisión a 100 kilómetros por hora contra un objeto fijo equivale a una caída vertical del vehículo desde una altura aproximada de 40 metros.

Es por eso que resulta fundamental que se respete la velocidad máxima permitida en cada tramo de la ruta por la que se circula, y que es la que aparece expresamente señalizada, ya sea por la cartelería vertical como la demarcación horizontal sobre la calzada.