En Monte Quemado el abandono ha llegado al extremo tal, que es normal convivir en las calles y avenidas con los burros, los caballos, las majadas de caprinos y hasta los chanchos.Cuando los vecinos se quejan de los animales sueltos en las calles, siempre se piensa en los perros callejeros, que todos los días y en cada sector de los barrios corren motos, bicicletas y peatones, generando varias caídas o mordeduras.

Si bien esta es una lamentable realidad que pasa en casi todas las ciudades de la provincia y del país, parece que nadie le encuentra solución y que quienes tienen estos animales tampoco colaboran por hacer algo, pero en Monte Quemado hay otros casos que van desde lo risueño a lo indignante en un abrir y cerrar de ojos.

Es que ya no hay nada que pueda sorprendernos, cuando una tropilla de caballos transita por las calles y avenidas e interrumpen la circulación del tránsito en los semáforos, destruyen las plantas de las veredas, se meten en viviendas para comer el pasto de jardines, rompen bolsas de basura y ensucian.

Esto sucede muy seguido en el barrio Sor Angela y también en plena y céntricas avenidas 9 de Julio y 25 de Mayo, o como sucedió este fin de semana pasado en viviendas, junto al hospital donde no menos de cinco caballos subían y bajaban de la vereda a la calle y seguramente a sabiendas de sus “dueños y responsables”, a los que si se los multa o se les secuestran los animales, reclaman porque son su elemento de trabajo, pero nadie piensa en el vecino que se accidente por culpa de esta desidia o que sufre daños en sus propiedades.

También en la zona se ven este tipo de situaciones, como sucede muy seguido en los barrios 12 de Octubre, municipal donde los caballos son algo de todos los días, pero también aparecen cabras, cerdos sueltos y como ocurrió el domingo en la plazoleta de la madres, donde cuatro burros se adueñaron del espacio de recreación y comían pastos y se echaron a dormir, en la zona donde generalmente circulan los peatones para cruzar la pasarela y especialmente niños, que corren riesgo de recibir una patada de estos animales, o deben transitar evitando pisar la bosta y las moscas que conlleva el estar junto a los equinos o los burros.

En Monte Quemado ya no hay límites. Las calles, las avenidas y los espacios verdes, la gente los comparte con los animales y no es de extrañar el reclamo genuino y justificado, del vecino que piensa firmemente que “ya es hora de que la Municipalidad ponga fin a la presencia de los animales sueltos en toda la ciudad”. Las ordenanzas existen solo basta que el intendente y sus funcionarios tengan la voluntad de aplicarlas.