Un salteño habría aceptado conducir un automóvil hasta el Chaco, ya que tendría a sus padres enfermos con dengue y diabetes e ignorando que en el interior de una rueda de auxilio transportaba más de 7 kilos de cocaína.

Se trata de Maxiliano Joel Benavente, apresado por efectivos de la Sección "Monte Quemado" dependiente del Escuadrón 59 "Santiago del Estero en el kilómetro 441 de la Ruta Nacional 16. El personal detuvo dos vehículos que coincidían en procedencia y destino.

En un automóvil Peugeot 208, el 3 de mayo viajaban dos hombres provenientes de Pichanal (Salta) rumbo a Sáenz Peña (Chaco) y un Volkswagen Surán, ocupado también por dos salteños. Los gendarmes los detuvieron en su puesto de control y el trabajo devino en resultados sorpresivos.

Requisa y sorpresa

Al inspeccionar al Surán, los funcionarios detectaron que su rueda de auxilio reflejaba peso excesivo. Informaron a la Justicia Federal y recibieron el OK para profundizar la tarea. De inmediato, los efectivos cortaron la cubierta y hallaron ocho paquetes rectangulares. La prueba de campo Narcotest confirmó positivo para cocaína con un peso de 7 kilos 155 gramos, trascendió del procedimiento.

En ambos coches, quedaron detenidos Rodríguez, Del Zotto, Flores y el conductor del auto en el que viajaba la droga, es decir Benavente, quien es representado por los abogados, Aída Farrán Serlé y Gilberto Perduca.

En plena veda verbal, el salteño deslizó que ignoraba lo ocurrido y que su situación económica es paupérrima, ya que sus padres están internados con dengue.

Su panorama no es el mejor. El juez federal, Guillermo Molinari, habría imputado al cuarteto "transporte de estupefacientes con fines de comercialización", se supo.

Ahora, la causa transita por el informe de Gendarmería y se viene la extracción de información desde los celulares, cuyo contenido atrae sobremanera a los federales.

"Nuestro representado no tiene antecedentes. Desconocía los alcances del viaje y se ofreció solo para conducir el auto", reveló lacónicamente Farrán Serlé.

"Vamos a estudiar con detenimiento su situación procesal y analizaremos bien los cargos que le enrostra la Fiscalía; luego, accederá a una ampliación de indagatoria", complementó Perduca. "No será la primera ni la última persona, en que terceros se aprovechen de su situación de pobreza, vulnerabilidad, o necesidad", enfatizó.

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Los gendarmes sostienen que el grupo salteño era apenas un mero “taxiflet”, y que los reales dueños de la droga jamás asomaron sus narices. Pese a ello, la Justicia Federal trabaja con la extracción de datos de los celulares. Habitualmente, el submundo narco provee a sus soldados celulares con información escueta. Los contratados saben que no deben hablar mucho por celulares, muchos menos aportar información sobre la mercadería, fechas, lugares, destinos, etc.

Los “empleados” son asesorados, “coucheados”, para que en el peor de los escenarios, su boca no los condene, muchos menos que arrastre a su debacle al resto de los peones. La “organización” transita por otros carriles, impermeabilizada de todo riesgo, ya que los que caen en las rutas ignoran obviamente sus identidades.