En 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

La fecha elegida recuerda la trágica jornada de marzo de 1908 en la que 129 trabajadoras perdieron la vida en un incendio intencional ocurrido en una fábrica textil de Nueva York, Estados Unidos. Las víctimas habían iniciado una huelga con permanencia en sus lugares de trabajo para reclamar una reducción de la jornada laboral, además de mejoras salariales y que se ponga fin a penosas condiciones laborales.

El movimiento de mujeres continúa recorriendo en todo el mundo un largo derrotero para instalar sus demandas en la agenda pública. Desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, escrita allá por  1791 por Olympe de Gouges —en una adaptación del texto fundamental de la Revolución Francesa— hasta el día de hoy, la marcha por alcanzar la equidad en sociedades dominadas por lo masculino sigue enfrentando múltiples desafíos.

Cabe recordar que a principios del siglo XX la mujer no era considerada ciudadana con plenos derechos en casi ningún país del mundo. Sociedades extremadamente rígidas impedían su emancipación en los planos jurídico, político y civil, y el hecho de pasar de la tutela paterna a la del esposo estaba tan arraigado que, en nuestro país, recién en la década del 20 del siglo pasado comenzó a ser cuestionado cuando mujeres como Elvira Rawson, Alicia Moreau y Julieta Lanteri asumen un protagonismo cívico en una sociedad conservadora que se resistía a los cambios. También debe mencionarse el aporte de Cecilia Grierson, hija de inmigrantes escoceses, que fue la primera mujer que egresó de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, en 1889, cuando no solo esa casa de estudios sino casi todos los ámbitos de trabajo y de la vida social y política estaban dominados exclusivamente por varones.

Julieta Lanteri, que se definía a sí misma como médica, política y feminista, fue la primera mujer que, en 1911, votó en comicios generales celebrados en el país. Fue cuando las autoridades de la Municipalidad de Buenos Aires resolvieron actualizar el padrón electoral de ese distrito, para lo cual lanzaron una convocatoria "a los ciudadanos residentes en la ciudad que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y que pagaran impuestos".

Lanteri entendió que el llamado era una oportunidad para poner en evidencia la injusticia de un sistema electoral que, en la práctica, privaba a la mujer del derecho al sufragio, y no dudó en exigir su inscripción en el padrón electoral de la ciudad argumentando que la norma vigente en ese momento no hacía referencia al sexo de los votantes como requisito para ejercer el derecho.

De esa manera logró emitir su voto el 26 de noviembre de ese año convirtiéndose así en la primera mujer que logró votar en Argentina y en América Latina. De ella debe decirse también que superó todas las barreras que se interpusieron en su camino logrando ser la primera egresada del Colegio Nacional de la Plata y luego integrar el primer grupo de médicas recibidas en un país. Antes, en 1910, organizó el Congreso Femenino Internacional, en coincidencia con el centenario de la Revolución de Mayo.

En nuestro país, otro hito histórico de la lucha por los derechos de la mujer tuvo lugar en 1947 con la sanción de la ley 13.010 de sufragio femenino impulsada por Eva Perón, que reconoció la igualdad de derechos políticos entre mujeres y varones. Hasta ese momento, el marco normativo vigente otorgaba el derecho a la participación política, es decir el voto, únicamente a los ciudadanos varones.

Este nuevo 8 de marzo debe servir para conmemorar todas estas luchas y conquistas, para recordar a muchas mujeres que perdieron la vida en la lucha por sus derechos. Debe ser también una jornada para reflexionar sobre la violencia que siguen sufriendo y que en muchos casos llega hasta el femicidio, una situación que obliga a adoptar medidas efectivas de prevención y protección.

La ciudadanía debe acompañar las transformaciones que ya experimenta la comunidad en materia de reconocimiento de derechos de las mujeres, aportando cada uno desde su lugar a la construcción de una sociedad comprometida con la erradicación de las relaciones desiguales de género.