La pérdida de ingresos familiares llevó a que 27% deje de comprar algún alimento y a que se duplique la población adolescente que se inserta en el mercado laboral.

Los datos resultan de la tercera encuesta sobre el impacto de la Covid-19 que Unicef relevó sobre condiciones que se modificaron de abril a octubre.

CAÍDA DEL EMPLEO

Con más de 1.100.000 personas que perdieron su trabajo este año, las provincias del NEA se mantienen dentro de la caída promedio (12%). Los hogares del Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa redujeron en un 41% sus ingresos; detrás de los de Cuyo (51%), y casi a la par de NOA y Patagonia (ambas con un 42%).

Para valorar la proporción del retroceso hay que tener en cuenta que un 70% de las respuestas retaceó la mitad o más de la mitad de sus remuneraciones.

CAPACIDAD DE COMPRA

Las dificultades que enfrenta la población hicieron además que el 28% tuviera que dejar de comprar algún alimento por no tener dinero. Y en el relevamiento se observó que en el 8% de los hogares hay al menos un miembro que concurre a un comedor comunitario.

“La reducción de los ingresos laborales y una falta que se mantuvo por varios meses afectaron en una parte importante a las condiciones de seguridad alimentaria”, analizó Olga Izasa, representante adjunta de la organización.

CON AUH

En cuanto a la insuficiencia en el acceso a productos que se llevan a la mesa, la mayoría de las personas alcanzadas por algún plan o beca valora la ayuda estatal.

Sin embargo aun percibiendo la asignación universal por hijo ese dinero apenas alcanza para cubrir 20% de la canasta básica total o 50% de la alimentaria. De hecho, el 96% de quienes cobran la AUH ya no pueden comprar lo que hace un año. “Sabemos que vamos a terminar el 2020 con 60% de pobreza en la niñez”, admitió Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión social de Unicef y a cargo de la presentación de los datos.

Por lo que más allá de esfuerzos significativos que se hicieron por inyectar dinero en los sectores vulnerables, remarcó que “faltan otras medidas que garanticen ingresos y apunten a dar sostén a quienes la pasan muy mal.

Sobre todo por el contexto de inseguridad alimentaria que viven”.

INGRESO TEMPRANO

La pérdida de ingresos, a su vez, empujó a los adolescentes a incorporarse tempranamente en el mundo laboral.

El 16% de los menores de 18 años manifestó que realiza alguna actividad remunerada. Y de esa población que trabaja, casi la mitad (el 46%) dijo que no lo hacía antes de la cuarentena.
“Es un indicador que mostraría que, ante la falta de ingresos en los hogares, los adolescentes se ven en la necesidad de aportarlos”, acotó Waisgrais.

Además, la encuesta refleja que los y las adolescentes realizan trabajos no remunerados al interior del hogar, como limpiar y cocinar (79%), hacer las compras (63%) o cuidar a niños, niñas o personas mayores con los que conviven (36%).

La encuesta relevó a 2.350 hogares con niños, niñas y adolescentes.