Por Tony Villavicencio | En Monte Quemado, desde la política, es muy útil la prestidigitación factual para distraer la atención del ciudadano, al que los políticos intentan hacer creer  “gato por liebre”.

Y si las mentiras no alcanzan y los números de la encuesta no dan, salen sin pudor y vergüenza a invertir comprando conciencias. Todo esto, en período de política.

En la política local, siempre va la dadiva y la prebenda, más la mentira. Es como en el cine, que es un arte que miente a 24 fotogramas por segundo. Se utilizaron técnicas de distracción masiva que engañan y son simples excusas argumentales para enfocar la atención del espectador hacia otro objeto, y lo que el pueblo de  Monte Quemado pide es que ya no le mientan más y que los que gobiernan rindan cuentas y  se hagan responsable de lo bien o lo mal que obraron con la cosas y el dinero público.  

Nunca rindieron cuentas

En la historia de la democracia de Monte Quemado, dos hombres gobernaron durante 37 años, y nunca rindieron cuentas. En oportunidades no dejaron ni los rastros de su gestión cada vez que finalizaron, se llevaron todos los papeles dejando un municipio sin documentación, para evitar ser peritados y siempre les fue bien. Nunca nadie, desde los niveles y organismos superiores exigieron que rindan cuentas.

Desde hace tres décadas se afianzó la falsa democracia que se adueñó de las libertades y estos días con más dinero y promesas. Fuerza que quieren afianzarse y darle continuidad a gobiernos desentendidos del pueblo que los eligió. Autoritarios, siempre desconocieron los  derechos de los trabajadores municipales, a quienes los convirtieron en la variable de los ajustes económicos, y los obreros que no pensaban igual al poder de turno, soportaron la discriminación política. 

Para bien de la democracia por estos días se respira en las calles y en todos los rincones de la ciudad, una esperanza de  cambio. Hay que festejar nuevos nombres, nuevas ideas y nuevos proyectos  que otorgan al electorado de Monte Quemado nuevas oportunidades de elección, para no volver nunca más a repetir los vicios y los fracasos de 37 años de una falsa democracia personalizada.