Por Tony Villavicencio.- Ayer, cuando vi el mensaje de Luis Villagrán: “Gustavo murió en un accidente”, interpreté que era una broma de las tanto que nos gastamos en homenaje a nuestra amistad. Me convencí: “Están despidiendo el año alegres, con unos tragos de más”.

Me fije en el reloj y eran las 3 de la mañana y a quién otro lo podría llamar o preguntar. Corría por mis venas el segundo de los sueros, en el afán medico de curarme de una furiosa intoxicación, saldo de una guitarreada con pescado a la parrilla.

Al amanecer, la verdad como un puñal se clavó en mi pecho. Mi amigo había sido muerto en un accidente de circunstancias extrañas, y en el dolor me di cuenta que con Gustavo habíamos construido una de las infinitas formas de amistad de la que somos capaces los humanos, de cotidianeidad, de diálogo, de solidaridad, de respeto, de profundo sentimiento.

Por eso Gustavo, hermano, no hace falta que te diga que sé que nos observas desde arriba, con tus alas abiertas desde el cielo. Un cielo donde se juntan las estrellas y el mar. Un cielo donde lo más puro se convierte en lo más corriente, donde tú brillas con todo tu esplendor. Sé que desde arriba cuidas a tus padres, a tus hijos, a tus amigos y sé también nos echas de menos.

“El Ratón Coludo”, como cariñosamente te apodaban tus compañeros de la Municipalidad. Eras indestructible, siempre estuviste y estarías para un amigo, pero ahora te has ido para siempre. Fue un golpe muy duro. Esta mañana, después de cortar la comunicación con Luis, lloré por tu partida. No merecías morir de esa forma, fuiste un respetuoso de las normas de tránsito, tu andar en la motocicleta fue siempre una estampa señorial, paseando por las calles de la ciudad de Nueva Esperanza.

Nadie duda de que tu partida tenga que ver con la irresponsabilidad. No sé si fue uno, dos o tres. Lucharemos para que la justicia investigue hasta las últimas consecuencias, y lo hagan bien.

El pueblo de Nueva Esperanza, sobre lo actuado en el accidente que te costara la vida, tienen serias y fundadas sospechas y te prometo, tus amigos nos ocuparemos de que la luz de la verdad ilumine la oscuridad.

Es bueno recordar que Gustavo Antonio Sánchez, siguiendo los pasos de su padre, fue una de las voces más reconocidas de la radiofonía de la región. En los informativos radiales del departamento Pellegrini de las mañanas, dejó su impronta periodística, y hace apenas unos días condujo la última noche de lo que fue la 28º edición del Festival de la Soja y el Poroto, donde recibió un reconocimiento de la Municipalidad por su labor, habiendo compartido el escenario con su padre, José Sánchez.

Gustavo, alto, con mirada profunda y una ironía pícara, solía pasear por las calles de la ciudad donde había nacido, bromeaba y se divertía con los vecinos, pero al salir al aire, se convertía en el informativista serio y concentrado que saltaba desde las noticias políticas más candentes hasta los policiales barriales. Y siempre refrescaba las almas con algún tema del recuerdo y por muchos años fue colaborador de LV11.

De vos, amigo, podría pasar horas contando tus innumerables gestos de amistad, nos conocimos hace ya más de 30 años de viajes de trabajo por el interior del departamento, almuerzos, cenas y otros encuentros destinados a compartir y disfrutar de la amistad.

A lo largo del camino transitado, la radiofonía la ejerció con un estilo profesional y hoy tus amigos nos damos cuenta nos regalaste la presencia de un ser irrepetible, al que tuvimos la suerte de conocer y compartirlo. Una personita que su presencia irradiaba paz, serenidad, solidaridad y compromiso por el prójimo, cualidades humanas que todo aquel que estuvo a tu lado las notó y se sintió importante.

Querido amigo, te fuiste muy rápido, mucho antes de lo que pudiéramos haber imaginado. Me causa una profunda pena tener que dedicarte estas letras, pero quiero que te vayas contándote que disfrutamos todos de tu forma de ser. Siempre dejaste todo en el juego de la amistad. Te recordaremos siempre con cariño y con la sonrisa que nos supiste regalar, y en lo personal, te lo juro, llegar a Nueva Esperanza y saber que ya no estás… no sé si podré asimilar tu ausencia eterna… Amigo…. Es muy fuerte saber que te has ido.