Por Tony Villavicencio | La lógica dice que los conceptos; deporte y  política, poco tienen que ver uno con el otro.

Desde lo institucional la municipalidad debería promover el deporte  subsidiando a los clubes sociales y deportivos, que son además espacios de integración y contención social.  

 Ayer, el secretario de Deporte y Recreación de la provincia Carlos Dapello hizo entrega de indumentaria a equipos del fútbol femenino. Entendemos que esa es la función del Estado, subsidiar y promover la práctica del deporte, y no de utilizar al deporte con fines de distraer al pueblo y sustraerlo del sufrimiento.   

La  política debiera ser  la habilidad de generar bienestar a los pueblos  y tiene que ser el fin último de las municipalidades. Entre otras el de promover y  fortalecer  mediante políticas públicas a las instituciones sociales  y deportivas de  pueblos y ciudades, y nunca convertirse en los  patrones y  administradores  del deporte y la diversión.

La práctica deportiva es una actividad que influye muy positivamente en la sociedad y también en la política y  como ya sabemos, está comprobado que la gente que incorpora el deporte en su rutina diaria, tienen una mayor calidad de vida durante más años que aquellos que tienen hábitos más sedentarios. Así, un beneficio muy importante del ejercicio físico es que ayuda a prevenir enfermedades como la hipertensión o la obesidad, cada vez más frecuente en edades tempranas. Desde este punto el estado debe promocionar la práctica del deporte.

Compartimos con los que opinan que el deporte es saludable y necesario para la sociedad,  empero no creemos que la municipalidad y sus gobiernos se conviertan en regento res del deporte en sus respectivos pueblos. Esa misión es de los clubes y  no puede el municipio excluir a los clubes de barrios de la ciudad, principal  eslabón de este “círculo virtuoso del deporte” y de  los clubes sociales y deportivos nace  el  fuerte vínculo social de las comunidades que fortalecen a las democracias.

Un club social  y deportivo no es solo una entidad deportiva, un lugar de ocio y recreación o un ámbito de socialización. Los clubes de barrio son todo eso y algo más. Generan identidad, pertenencia, inciden en la formación integral y permiten ser un lugar de convivencia entre personas diferentes.

Un club social y deportivo, no nace de un día para el otro. Un predio, una construcción, un edificio y sus canchas e instalaciones deportivas y sociales, son el resultado de muchos años de trabajo, pero sobre todo de un proceso que generalmente nace en un potrero, dos palos que simulan un arco, un sueño o una necesidad de una comunidad que se organiza.

En todo lugar y también en Monte Quemado los clubes  tienen en su origen todos esos elementos conjugándose al mismo tiempo, pero es el rol social el elemento que caracteriza a los clubes deportivos del barrio.

La municipalidad como institución de servicio no puede convertirse en el centro de un ovillo, desconociendo que en los clubes deportivos, se entrelazan distintas realidades, distintos grupos de personas y múltiples intereses.