Por Tony Villavicencio | Lejos están aquellos años dorados de una ciudad maderera, prospera y con esperanzas por su ubicación geográfica estratégica, de convertirse en el refugio pasajero de los viajeros de un corredor como es la ruta internacional 16.

Que pasó con Monte Quemado, centro mismo del paso obligado de los argentinos que van o vienen del NEA al NOA y viceversa, que no supimos aprovechar y prestarle servicios y las comodidades al viajero de paso, quienes en el pasaje observan la tristezas de una ciudad abandonada.

Lo cierto es que la decadencia económica fue y es más por la falta de ideas de los gobernantes para incentivar a la actividad privada en una ciudad resignada a sobrevivir de los recursos naturales como única actividad económica, y hoy vemos que el éxodo del interior de Copo a la ciudad marca un crecimiento poblacional, donde en Monte Quemado pareciera se están cerrando las puertas del futuro para nuestros jóvenes.

Los viajeros que paran y le dan vida a los dos hoteles que hay, no son los que están de paso, sino de los que tienen obligación de realizar diligencias en la ciudad. No tienen diversidad donde ir a comer por la noche. También se irán buscando otros lugares con más opciones para pernoctar, y que no haya restaurantes en la ciudad no ayuda a la economía local.

Sólo “Cacho” Luna, con su emprendimiento, hoy le da un servicio completo al viajero y la pregunta es, ¿qué hicieron los gobernantes municipales del pasado? Los  combatían e hicieron lo propio con el bar de Refinor, y el escándalo judicial del comedor del quincho que clausuraron, al extremo que hoy la municipalidad enfrenta un millonario juicio  en la justicia por efecto del virus.

La ciudad de Monte Quemado en la imagen de un viajero de paso es oscura y triste. La ruta 16, de un extremo al otro en los accesos, es el rostro de la ciudad. Ambos laterales lo mostramos tapada de yuyo y basura, convertido en un cementerio de chatarras; y en una ciudad así, nadie se detiene, todos pasan de largo.

No dejo de sentir tristeza. Las nuevas autoridades prometieron demasiado y ya hace tres meses que programan fiestitas para los chicos, que no está mal,  empero no hay que olvidar lo importante. Nunca fui un periodista de perfil bajo, ni creo que pretendamos serlo, en absoluto. Soy de los que quieren una ciudad  limpia, ordenada,  alegre, con trabajo  que de vida a las familias donde reine la solidaridad. Con un intendente que sea de todos y todos ayudemos al intendente y no estaría mal que un día domingo nos juntemos todos y vayamos a limpiar el rostro de la ciudad, con la pala, la azada o el rastrillo, los empresarios con las máquinas y el municipio con el combustible.

Pero tiene que ser prioridad, sino es papel pintado y espejitos de colores, como los que muchas veces hay en los discursos de campaña de los políticos que asumen y no cumplen con las promesas.

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