Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año fallecen en todo el mundo 1,25 millones de personas en siniestros viales, mientras que entre 20 y 50 millones sufren traumatismos no mortales que dejan secuelas.Por

este motivo, la ONU propone que el tercer domingo de noviembre se recuerde a todas estas víctimas y, al mismo tiempo, se genere conciencia en la opinión pública del enorme impacto que tienen estas tragedias que son evitables.

En nuestro país la problemática vial afecta principalmente a la población joven y adolescente. Datos que aporta la Agencia Nacional de Seguridad Vial muestran que en la Argentina los siniestros viales constituyen la primera causa de muerte entre las personas jóvenes: cuatro de cada diez víctimas fatales tienen entre 15 y 34 años.

Por otra parte, de acuerdo a un estudio sociocultural del Observatorio Vial sobre las conductas de los jóvenes con relación al consumo de alcohol, el 27 % de los conductores de auto y el 29 % de los conductores de moto, de entre 16 y 35 años, reconocen haber manejado bajo los efectos del alcohol.

En este sentido, es necesario recordar, una vez más, que el consumo de alcohol constituye uno de los principales factores desencadenantes de siniestros en la vía pública, en muchos de los cuales se tienen que lamentar severas lesiones y pérdidas de vidas.

En los últimos tiempos se adoptaron medidas en distintos puntos del país para prevenir que las personas que beben antes de sentarse frente al volante sigan conduciendo, para lo cual se redujeron los límites de alcoholemia permitida en la sangre e incluso se modificaron las sanciones para quienes no cumplen con las leyes vigentes.

Estas medidas, sin embargo, no parecen ser suficientes para evitar que evitar que el alcohol al volante siga matando. Es necesario complementarlas con una mayor formación sobre esta temática en todos los niveles educativos. De lo que se trata, en definitiva, es de promover un mayor compromiso con el cuidado de sí mismo y de los otros.

Es fundamental que los distintos sectores de la sociedad contribuyan a generar una mayor conciencia en la población sobre la importancia de respetar las normas de tránsito.

Como se dijo, será clave la tarea de formación que se realice en los establecimientos escolares, ya que el ámbito educativo es el lugar más adecuado para reflexionar y aprender sobre las reglas de convivencia en el tránsito y cómo manejarse en los espacios públicos.

Por otra parte, deben realizarse controles eficaces de los vehículos y aplicarse sanciones efectivas a quienes no cumplen con la reglamentación vigente. Se debe, además, insistir en el uso de los cascos por parte de conductores de ciclomotores y motocicletas, el empleo de los cinturones de seguridad en los demás vehículos automotores, el cumplimiento de los límites de velocidad y en el control del consumo de alcohol en los que están al frente de un volante.

Un gran paso se ha dado, por cierto, con el Sistema Unificado de Puntaje para las Licencias de Conducir, también conocido como scoring que, al menos en teoría, debe aplicarse en todas las jurisdicciones del país. A partir de este sistema se otorgan inicialmente 20 puntos a cada conductor que posea Licencia Nacional de Conducir, que se irán perdiendo en función de las resoluciones firmes emitidas por las autoridades judiciales o administrativas que juzguen infracciones de tránsito.

Cuando un infractor pierde por primera vez los veinte puntos, la licencia quedará inhabilitada por sesenta días. La segunda vez, el plazo aumentará a 120 días y la tercera a 180 días. Luego, el plazo de inhabilitación se irá duplicando, sucesivamente.

Para recuperar sus puntos, y restablecer su licencia, el conductor deberá esperar a la finalización del lapso de inhabilitación y realizar un curso virtual con instancia evaluativa.

El curso tiene como objetivo de modificar las actitudes riesgosas para la convivencia en el espacio público entendiéndolo como una instancia de reeducación que apele a la comprensión de los daños que puede ocasionar, tanto a las cosas como a las personas. Todos deben recordar que las calles y las rutas son parte del espacio público que debe compartirse con responsabilidad.