Domingo “Piji” Olivera fue de esos paisanos del interior que era “pa’ lo que guste mandar”. Uno de esos hombres predispuestos a dar una mano al prójimo, de poner el cuerpo y alma a cada cosa que hacía.

Nunca le esquivaba a la responsabilidad del hacer por el otro.

Y así fue haciendo camino en su comunidad, la de Suncho Corral, a la que tanto amaba. Y en ese devenir de la vida supo ganarse un lugar como un colaborador destacado de “La Radio de los Santiagueños” y de Nuevo Diario, en años que ya no volverán pero que tienen su sello. Años sin Internet, ni WhatsApp, ni Google, en los que las noticias había que escribirlas con cuerpo y alma.

Quiso el destino que muriera ayer en la Capital, internado en un sanatorio, luego de dolencias que no pudo superar pero seguramente añorando aquellos años mozos en los que dejó un legado entre los suyos y los que lo conocieron, difícil de olvidar.