(Por Tony Villavicencio). Santiago del Estero tiene una policía profesional, honesta, servicial y socialmente humana.

Casi como ninguna otra institución del Estado, está presente en muchos aspectos cotidianos de los ciudadanos santiagueños y para nada es una policía violenta, sino que entre diez mil efectivos siempre hay un minúsculo grupo de brutos a los que es necesario ubicar con nombre y apellido y darles el lugar que se merecen.

En el ámbito local, constituyen a menudo el primer punto de contacto entre la ciudadanía y el Estado y al usar uniforme, son siempre visibles. La naturaleza de su trabajo la posiciona siempre al frente en situaciones de crisis y emergencias que requieren su involucramiento inmediato.

La crisis desencadenada por la pandemia del Covid-19 ha tenido un impacto muy particular en los cuerpos policiales del país. En efecto, la policía, empleados y médicos de la sanidad junto con los bomberos y otras unidades de rescate, están en la primera línea de respuesta, atendiendo las emergencias y nuevas funciones derivadas de la crisis sanitaria mientras continúan con todas las responsabilidades de mantenimiento de la seguridad pública.

Policía y Covid-19

Estas nuevas funciones en la primera línea de respuesta del Covid-19 han convertido a las policías en un colectivo de alto riesgo. De hecho, algunas entidades policiales han tenido que hacer frente a las custodias y aislamientos de enfermos o por medidas preventivas de cuarentena. Todo esto, claro puede afectar a su capacidad operativa. Las medidas de confinamiento y cierre general de actividades no esenciales han modificado las rutinas y el comportamiento de las personas, más agresivas, menos, responsables, menos obedientes. Y los datos nos indican que estos cambios también estarían afectando los patrones de seguridad y obligando a una policía más enérgica. Es que el policía y el ciudadano está viviendo una situación que altera las costumbres, los hábitos.

Es decir, la policía afronta la crisis del Covid-19 con un desafío porque parten de niveles altos de criminalidad y percepción de inseguridad, y en algunos casos, con importantes desafíos institucionales.  Por ello, y ya que la crisis de salud pública es probable que continúe, es importante examinar hasta qué punto la policía puede realizar este esfuerzo de manera sostenida en el tiempo.

Más trabajo y responsabilidades con similares medios

La policía se ha preparado y tomado medidas rápido. Desarrollaron protocolos de seguridad, dotaron a sus oficiales de elementos de protección y elaboraron planes de contingencia. Indicaron haber intensificado varias acciones preventivas (como controles proactivos a vehículos y de personas, reuniones y distanciamiento social, y aumentaron la presencia policial en comercios, hospitales y espacios públicos, para controlar la cuarentena y preservar el distanciamiento social).

Aunque existen protocolos sobre cómo la policía debe atender las llamadas por servicio, no siempre se contaban con protocolos específicos sobre el alcance de las responsabilidades de los agentes para hacer cumplir las medidas sanitarias.

Cada decisión policial implica un costo de oportunidad y este se acentúa en escenarios de crisis en donde existen mayores demandas y restricciones en las capacidades. Por ejemplo, aumentar la presencia policial en una zona implica, necesariamente, reducir la presencia en otras, incluso priorizar la respuesta a incidentes a las actividades proactivas y comunitarias.

Blindaje a la legitimidad policial

Si algo se ha demostrado empíricamente es que la operatividad policial y la confianza ciudadana son dos variables interdependientes. Si las fuerzas de seguridad funcionan, los ciudadanos confían más en ellas y se activa un círculo virtuoso de colaboración y trabajo comunitario. Por ello, es esencial seguir muy de cerca cómo evoluciona el rol de la policía durante la pandemia para asegurar que no hay ningún impacto en la calidad de los servicios de prevención y reducción del delito, ni interferencias en la relación de los agentes con la ciudadanía.

¿Qué pueden hacer las policías de nuestra región para garantizar que todas sus responsabilidades se cubren con eficacia durante la pandemia?

Favorecer nuevas maneras de interacción entre policías y ciudadanos, involucrando a la comunidad en la definición de las prioridades, los problemas y las soluciones locales y comunitarias.

Seguir trabajando en el fortalecimiento institucional y la construcción de capacidades policiales en todos los rincones de la provincia.

Continuar desarrollando una agenda de conocimiento que permita identificar las mejores prácticas de gestión para extraer lecciones aprendidas y casos de éxito que aporten a la actuación de las policías.

Los peligros y desafíos para las policías en la actual coyuntura son nuevos y de considerable magnitud. Sin embargo, los retos también presentan oportunidades. Por tanto, las medidas que se tomen para atender esta crisis pueden tener a medio y largo plazo un considerable impacto tanto en las propias instituciones como en la valoración y confianza que tenemos los ciudadanos en ellas.

A diferencia de fuerzas de provincias vecinas tenemos los santiagueños una policía honesta, profesional e inteligente, humana  para nada violenta, cuidémosla, poniendo nombre y apellido al reducido grupo de brutos que en nombre de la institución descargan sobre los ciudadanos su brutalidad.