Las ventas en los dos supermercados de la ciudad de Monte Quemado, para esta Navidad, han sido bajas. Fue poco lo que consumieron los vecinos y “esperamos repuntar para Año Nuevo”, expresaron los supermercadistas de la cabecera del departamento Copo.

“Estoy pagando algunas deudas, soy maestra jubilada, el sueldo no me alcanza, no pude comprar regalos de Navidad para mis nietos como el año pasado. Esto ocurrió debido al encarecimiento de algunos bienes importados, por la desaceleración económica. Este año, los argentinos nos fuimos al pozo y ya no tenemos derechos ni para reunirnos con la familia en Navidad y esperar el renacimiento del niño Jesús, degustando un buen plato de comida, una sidra y un pan dulce”, señaló una vecina.

Por su parte, una mujer relativamente joven parada en la puerta del supermercado, en lo que fue la mañana del 24, decía: “Estamos pasando por una situación económica bastante difícil, el incremento de precios de bienes y servicios hace que se afecte la capacidad de consumo, además, la decisión del Gobierno de dolarizar todo coloca al pueblo trabajador lejos de todo y la caída adquisitiva no tiene fondo y esto parece que no tiene solución, cada vez más asfixian al pueblo”.

El análisis hace referencia a los indicadores del índice de confianza en la cadena comercial, donde la inflación coloca a toda la mercadería y los artículos para el hogar, lejos del poder adquisitivo del trabajador, del asalariado que ha perdido el poder adquisitivo, provocando la caída de las ventas, inclusive para estas fiestas de fin de año, donde fortalecemos los pedidos, aumentamos el stock suponiendo que se incrementaría la demanda de los productos, y finalmente nos quedamos con toda la mercadería en las góndolas, si esto se repite para Año Nuevo, señor periodista, no va más. No hay actividad comercial que pueda sobrevivir”, expresó un experimentado supermercadista de la ciudad.

En Monte Quemado, a diferencia de años pasados, los grandes ausentes son las visitas de los residentes del sur del país. Pocos, casi ninguna familia vino este año a festejar las fiestas, en lo que es una vieja costumbre. Sin duda, la crisis económica está en todas partes de Argentina. Esto influyó también en la ausencia de quienes pintaban el paisaje de la ciudad para estas fechas todos los años, sin embargo, en este, fueron los grandes ausentes.

Después de una Navidad con muchas privaciones y casi sin cohetes, pero de mucha fe, los copeños esperan una Año Nuevo venturoso y próspero.