Por Tony Villavicencio.- Ayer, por esas raras coincidencias sin proponerme, me encontré sentado en los estudios de FM Popular, donde me invitaron a acompañar al secretario del gremio de ATE Seccional Monte Quemado, Víctor Hugo Juárez.

Desde lo gremial, sin duda el Sindicato de los Trabajadores Estatales, con sabiduría y firme decisión encabezan en el país la lucha, no sólo por devolver el trabajo a 50 mil empleados estatales, que sin respetarse derechos fueron despedidos, prácticamente expulsados de sus puestos de trabajo por el gobierno del presidente Milei, en lo que fue el desmantelamiento de organismos de servicios claves del Estado argentino.

En política hay explicaciones para todo, incluso para justificar el voto a un loco. Pero la historia a esas licencias espirituales les cobra sus cuentas. Y no son baratas y lo adelantamos: el anarco-capitalismo representa a la ultraderecha y en su creencia religiosa, Milei vino a “destruirnos la relación solidaria de un Estado, que controla y promueve la igualdad de posibilidades y derechos a todos sus ciudadanos”.

Los creyentes dicen que, como Dios, la historia deja hacer, pero después juzga. Y sus juicios no suelen ser benévolos. Alguna vez esa locura en el poder es patética; otras veces es trágica. Los ecuatorianos confiaron en Abdalá Bucaram otro anarco-capitalista y a los seis meses la fuerza pública lo sacó de la casa de gobierno con un chaleco de fuerza.

Los argentinos, con una democracia debilitada por la corrupción, descreídos de la dirigencia política, fuimos fácil presa de una campaña política sistemática muy bien organizada a la que impusieron a un personaje sin límites, pues la derecha imitando a los alemanes, necesitaba sentar en el sillón de Bernardino Rivadavia a una personalidad narcisista.  

Los alemanes creyeron en Adolf Hitler, hasta que los ingleses y los yanquis les bombardearon y les dejaron en ruinas todas las ciudades y los rusos violaron a las mujeres alemanas y también a las de sus países aliados.

Recuerda la historia que el director del diario Crítica, al enterarse de los resultados de las elecciones de 1933 en Alemania escribió como título de tapa del diario que entonces vendía casi un millón de ejemplares por día: “Un loco acaba de ganar las elecciones en Alemania; peligra la paz del mundo”.

No era fácil ni obvio predecir ese resultado en 1933; no era fácil, pero pensando con los pies sobre la tierra era una reflexión previsible. Miles de alemanes pensaron lo mismo, pero a un pueblo embriagado es muy difícil hacerlo razonar.

Pero es bueno recordar que los argentinos votaron a Javier Gregorio Milikowski, (a) Milei, embriagados del odio que había sembrado en el imaginario social los medios de comunicación del grupo Clarín y los resultados están a la vista. El “topo”, en su locura, confiesa que desde adentro está destruyendo al Estado argentino.

Natalio Botana insiste en la tragedia que se avecina para la nación que vota a un loco, suponiendo que los iba a salvar del incendio inflacionario y las humillaciones de Versalles. Muchos creyeron al pie de la letra en la medicina ofrecida por el cabo austríaco; otros supusieron que el loco haría el trabajo sucio y luego ellos se encargarían de ajustar cuentas con los trabajadores, los recursos naturales. Impedir que los alimentos lleguen a los comedores.

Unos y otros se equivocaron. La justicia está actuando, y la Ministra de Capital Humano está bollando en medio de los corruptos y cuando intentaron reaccionar ya era tarde. El historiador Joachim Fest cuenta que cuando las tropas del Ejército Rojo ya estaban en los arrabales de Berlín, un oficial alemán le sugirió a Hitler la posibilidad de rendirse para evitar más sacrificios de vidas.

La respuesta de Hitler debería haber sido aleccionadora para todos aquellos que creen en los roles mesiánicos de los locos: pero se olvidaron que tenía la misma salud mental que hoy la tiene el presidente Milei: "No nos vamos a rendir. Y el pueblo alemán sabía muy bien cuando decidió votarme que este era uno de los posibles desenlaces. Respondió desde su obcecado narcisismo. Ahora deben de hacerse cargo de las consecuencias". Argentina no es Ecuador de los años noventa, ni Alemania de los años treinta. Pero en circunstancias diferentes lo que se mantiene intacto en tiempos de crisis parece ser la tentación de amplios sectores de la población de creer en los cantos de sirena o en aullidos de lobos esteparios.

Para concluir, ayer justo cuando después de largo tiempo volví a la radio, se inició el debate en el Congreso de la Nación por la Ley Bases, que en lo particular propone medidas que favorecen al desguace del Estado nacional. Pero en el parlamento, los negocios entre las bancas han convertido al Congreso de la Nación en una suerte de mercado persa donde pareciera que lo que menos se discute son los intereses de los argentinos y el futuro y destino de la argentina.

El hambre, la pobreza que hoy después de estos 40 años democracia estamos sufriendo el pueblo argentino, sirvan para ejercer el pensamiento crítico y asumir que queda mucho por mejorar. Pero al delirio de la locura hay que ponerle freno.

Después de seis meses de gobierno, no es aceptable una sociedad que el gobierno, en nombre de la libertad, le niega la comida a los millones de niños de los comedores, destruya la organización del Estado, promueva la exclusión social, la indiferencia cívica, la violación de las leyes y el quebranto económico del país.

Si recurrimos a la Constitución de la Nación, hay una clara violación a la carta magna de los argentinos y hoy no debiera ser lugar del tratamiento de la Ley Bases, hay suficientes causas para someter a un juicio político al presidente que se hace llamar Javier Mulei, pero su verdadero nombre es Javier Gregorio Milicowski.

Dios salve a la patria.