Por Tony Villavicencio.- Agradezco los saludos en el día del periodista y voy a referirme a nuestro día recordando a José Martí, que se refirió a la fecha con una metáfora: “detrás de un buen periódico hay una mano enguantada que lo escribe y una conciencia que por más que la pinten y la manchen sus detractores, como obra del espíritu los enfrenta porque esa es la obra del buen periodista”, pero es un ser humano y por naturaleza imperfecto.

Pero para soportar todas las presiones de nuestra profesión. El buen periodista ha de estar orgulloso de su profesión. Hay que sentir orgullo y respeto por lo que uno hace, y más aún en pueblos donde las mentes no son tan lucidas, para diferenciar el mal del bien.

El buen periodista tiene un sentido de misión en su ejercicio profesional. A veces me he sentido incomprendido por la sociedad, como un perro ladrándole a la luna, pero fue más fuerte mi pasión y mi sacrificio por el periodismo y como si se tratara de un esplendor apagado, hoy escribo del periodismo como una noble vocación a la que me entregué plenamente y para toda una vida.

El buen periodista es autocrítico

El periodismo, más allá del título y de las especializaciones que en cuadros adornan mi hogar, se aprende y perfecciona más en los errores que en los aciertos. Un error señala las debilidades, estimula las correcciones y logra que hoy se hagan las cosas mejor que ayer y que mañana sean de mayor calidad que las de hoy, y es lo que nunca van a lograr los impostores que compran títulos truchos y utilizan los medios y la falsa profesión en negocios que atentan contra los intereses del pueblo.

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El buen periodista elabora conocimiento y lo comparte

Al  describir la clase de periodistas que necesitan los periódicos, fija la atención en los obsesivos y descontentos para quienes ser reporteros es mucho más que dar noticias, por tanto habría que pensar sobre temas clave, discusiones que relacionen los problemas del periodismo con los principales caracteres del pensamiento moral, pensar las noticias hasta llegar al abordaje correcto de la historia, familiarizarse hasta sentirse cómodos con la tecnología, educación rigurosa en una disciplina especializada, leer textos originales sobre filosofía, ciencias, leyes y otras disciplinas. Necesitamos periodistas, que puedan contar una historia de manera que persuada a los científicos y al público por igual. Es lo que se llama escribir bien: con gracia, sorpresa y suspenso y apela a la metáfora: lenguaje que simplifique lo complejo y convierta lo difícil en moneda que todos puedan utilizar. Eso lo hace un buen periodista.

El buen periodista hace periodismo con un objetivo

Esto consiste según Gabriel García Márquez, en “cambiar algo todos los días”, y el verdadero periodismo es intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Si lees los escritos de los mejores comprobarán que se trata siempre de un periodismo intencional. Ser periodista es siempre están luchando por algo.

 El buen periodista tiene el sentido del otro. Los buenos periodistas son personas respetuosas con el otro, capaces de mostrar esa actitud en todo momento. Ser reportero significa, antes que nada, respetar a todo ser humano en su propia privacidad, personalidad y escala de valores. En otra ocasión, sin los otros no podemos hacer nada. La cuestión fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro. Una condición fundamental para hacer periodismo consiste en ser capaz de funcionar en conjunto con los otros.

El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro

Esa capacidad de asombro va estrechamente ligada a la capacidad de hacerse preguntas, que distingue al buen reportero y que es a la vez el resultado de un fino sentido para descubrir lo nuevo y de una sabia y humilde disposición para estar aprendiendo a todas horas, de toda persona y en todas las circunstancias. Las mejores investigaciones, los trabajos periodísticos de mayor calidad, son el resultado de preguntas que mantuvieron activo a un periodista que finalmente obtuvo una respuesta. Cuando no hay preguntas ni asombro aparece la rutina profesional. Uno de los grandes peligros de esta profesión es la rutina. Uno corre el riesgo de estancarse, de quedarse satisfecho… el periodismo es un acto de creación. Para no estancarse, para sacudir la rutina, para seguirle la pista a la realidad que todos los días se reinventa, el buen periodista mantiene su capacidad de asombro tan intacta como sus sueños.

El buen periodista es independiente

Lo concluyente e ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones. En las empresas editoriales no existe la libertad de prensa, sino “la libertad de empresa”. El patrón invirtió en un diario en una radio, para trasmitir un mensaje que le deje ganancia y es justo que así sea. En general, la conquista de periodista es un pedacito de nuestra independencia y se gana día a día, y que a pesar de todo, es una condición necesaria e irremplazable para quien quiera ser un buen periodista.