Problemas tenemos todos los días, pero llegaba el fin de semana y uno decía: “Che, va alcanzar para el asadito?”. Así arrancaba el fin de semana el santiagueño y muy de la costumbre el copeño.

El ajuste macrista nos privaba de muchas cosas, entre otras algunas costumbres (y necesidades alimentarias), pero nos esforzamos para comer carne al menos el domingo.

Pasaron cosas, es cierto. Hoy la carne, sea asado o un bife, se ha transformado en un producto cada vez más inaccesible para las familias de escasos recursos. En las pizarras de las carnicerías ya casi ni figuran los precios, para atraer hacia adentro a algún desprevenido. Al aumento de todo el año se suma el salto de las últimas semanas. Entre el 30 y el 40 % en tres golpes, uno tras otro.

Según un relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), en 60 carnicerías de Capital y GBA, los tres cortes que más subieron fueron el matambre, el asado y el peceto, que están entre los 650 y 800 pesos. Con suerte, hay carnicerías de la Ciudad de Buenos Aires donde el kilo de vacío se llegó a venderse a no menos 1.200 pesos.

“Calculamos que el aumento interanual del precio de la carne su ubicará por encima del 120 por ciento, en relación con 2019”, dice Daniel Urcia, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (Fifra). Recordemos a nuestros lectores que el pollo y el cerdo también aumentaron en los últimos meses.

Buscamos explicaciones

En los últimos días, varios medios recogieron las explicaciones de empresarios del sector. Los argumentos sobre el aumento son varios: la menor oferta de animales con destino a faena, el aumento en el precio internacional de los granos y la falta de pasto por la sequía, entre otros. Los diarios del país trataron de explicar sin fundamento el porque de la suba artera por lo desmedida del precio de la carne en el país de las vacas gordas.

Lo cierto es que las explicaciones son más complejas. En realidad, la oferta, la cantidad de animales que van del campo al frigorífico, aumentó en lo que va del año. Según las estadísticas del sector (Ciccra), en noviembre fueron a faena más de 1.240.000 cabezas, 3,1% por encima de noviembre de 2019. En términos anuales, será el más alto de los últimos once años El tema es el destino de los mismos y es ahí la cuestión.

Porque mientras que el volumen destinado a la exportación (816 mil toneladas) registró una suba interanual del 8%, la destinada al mercado interno cayó entre los mismos períodos 0,5%.

Sólo el año pasado entre marzo y octubre, la demanda de exportación pasó de representar el 25,8% del total a casi el 31%. Las compras de China son el principal motor de demanda. La demanda para exportación presiona sobre los precios de la hacienda, explican.

A eso habría que sumarle algunas maniobras de parte de los exportadores. Por lo menos eso dicen conocedores del sector, como Miguel Schiariti, titular de CICCRA (Cámara de la industria y el comercio de carnes), quien dijo a Página 12 que se sospecha de maniobras de subfacturación para especular con los distintos tipos de cambios que sería lo más acertado desde que comenzó la crisis del precio de la carne.

Otra de las grandes causas también viene de los dueños, pero en este caso de la tierra. El kilo de maíz, insumo para la producción vacuna, en marzo de este año se pagaba ocho pesos, ahora en enero alcanzó a 22 pesos.

En definitiva, la explicación del aumento de la carne no está en el carnicero, que en las últimas semanas vio caer el consumo, sino en el funcionamiento de la cadena agroexportadora, que es la que impone a quién se vende, a cuánto, y dónde termina el precio en el mercado local.

¿Carne para todos?

El Gobierno ha dejado hacer. De hecho, celebra el aumento de la exportación por el consiguiente ingreso de dólares y otras divisas que esto implica. El asado prometido en la campaña te lo debo. Hasta el caradura de Macri aprovecha la gracia para criticar a Fernández cuando se sabe que es el quien está detrás de los inescrupulosos que manejan en el país los mercados internos e internacionales de la carne.

De cualquier manera, el golpe al bolsillo del oprimido pueblo argentino ya está desatado. A las paritarias a la baja, o el ataque a las jubilaciones, se le suma una inflación que en muchos rubros se mantuvo caliente y en el caso de la carne es insoportable.

Esta semana veremos una puesta en escena, pero parece que la mayoría de las parrillas seguirán con tachos de pintura encima, así como las ollas y sartenes guardadas en la alacena y todos en el interior como es el caso en Monte Quemado, Campo Gallo, Nueva Esperanza, y otras ciudades del interior profundo, y no está previsto llegue los tres cortes de precios controlados, y si los hicieren llegar, aquí nadie controla precio. No controlan qué tipo de animal se faena ni si se cumple el siclo sanitario y de enfriamiento de la carne que se comercializa y se consume.