Por Tony Villavicencio.- El presidente de los argentinos, Javier Gregorio Milikoski (alias) Milei, acusa de comunistas a todos los que no piensan y acompañan al capitalismo salvaje de las ultraderechas que han concentrado la riqueza en pocas manos, sembrando hambre y pobreza en los países de Latinoamérica.

Sin dudas, el primer mandatario muestra una personalidad egocéntrica. Los argentinos tenemos sentado en el sillón de la Casa Rosada a un peligroso fascista que responde a la geo economía y sus objetivos son los de destruir el Estado solidario, de la igualdad, la solidaridad y la Justicia Social.

Los diputados, algunos motivados por intereses personales, sectoriales y otros por omisión acompañan al gobierno que profundizó la crisis económica, declamando falsa libertad, sembrando hambre y pobreza bajo la burlona promesa de un futuro de pan, abundancia y prosperidad para los argentinos.

Ya son siete meses de gobierno y un plan económico licuando salarios. Los trabajadores y jubilados con sueldos por debajo del nivel de la pobreza, dejó cesantes a más de 100.000 empleados de la administración nacional, generando desocupación, desmanteló y cerró organismos fundamentales para el funcionamiento del Estado. Ataca a los gremios y todo tipo de expresión de lucha de los trabajadores sociales explotados y usa de verdugo en el Ministerio de Seguridad a una montonera redimida.

La democracia argentina está en peligro y al borde de estallar. El gobierno libertario, con la complicidad del macrismo y una banda de jueces del partido judicial, a todas luces corruptos, quiere destruir y hacer desaparecer del escenario de la política a los partidos de la izquierda y ya no solo destruir la imagen del peronismo sino intentaron asesinar a su máxima referente, Cristina Fernández de Kirchner y nos quieren hacer creer que fue la voluntad de un solitario heladero.

Volviendo al lugar que pertenezco

En una visita a la localidad de Nueva Esperanza, Pellegrini, en un bar comedor, de una de las estaciones de servicio, me senté junto a un grupo de jóvenes, que después me enteré, pertenecían a un colegio de la localidad de 7 de Abril (Tucumán), que peregrinaban hacia la Virgen de Huachana.

En ese bar comedor, los comensales esperábamos que nos sirvan el almuerzo, en tanto nos entretenía un televisor donde en un noticiero, el presidente Milei calificaba de comunista al peronismo y no se salvaron de su lengua viperina los actuales presidentes de Brasil, Colombia y España. A la vez, en esa misma entrevista agrego: “Soy el enviado de la fuerza del cielo para liberar del comunismo a la humanidad” ¿Quién puede dudar que nuestro presidente muestra una personalidad propia del peligroso egocentrismo?

Desde el grupo de los jóvenes estudiantes, en voz alta, un alumno preguntó “Alguien me puede decir qué es pensar como un comunista”. En realidad, escuchando las opiniones de los estudiantes de 5to año, me convencieron que los argentinos hastiados de una democracia devaluada por un plan sistemático y el pueblo, desconociendo las tendencias ideológicas votamos y nos ensartamos con un presidente que respaldado por la geoconomía, vino a instalar en la economía argentina al capitalismo salvaje de las multinacionales yanquis.

Al ver que para nada aclaraban las opiniones, un comensal me reconoció la condición de periodista y me pidió que si podía aportar al debate de los jóvenes, por lo que tuve que participar y sin apartarme de lo teórico, expliqué:

“El comunismo es la instauración de una dictadura del proletariado, la expropiación de la burguesía y la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. La supresión de las clases sociales y por último el Ateísmo de Estado, les aclaré que a modo personal pienso que nuestro presidente por esto último es quizás la descalificación que realiza a los de esa ideología, que nace de Marxismo”.

Pero no vamos abundar en el ateísmo, que es una persona que no cree en la existencia de Dios o directamente lo niega. Cuando en este vendito país nos convencieron que hay un ser superior que lo llamamos Dios y en el caso todos los partidos políticos en argentina creen y están convencidos que hay un ser devino superior. Por lo que el juzgamiento del presidente Milei es falso, violento y estúpido.

Lo que le duele al presidente es que la Constitución de la Nación está inspirada en la doctrina católica, apostólica, promoviendo la igualdad de derechos y obligaciones de la mano de justicia social como forma de vida de los argentinos y es lo que su gestión de gobierno en nombre de una falsa libertad vino a destruir y lo está logrando con la complicidad de los diputados y gobernadores, en casos por acción y en otros por omisión.

En tanto, los extremos siempre generaron marcadas desigualdades entre uno y otros habitantes de un mismo país, alterando las condiciones y el accionar del ser humano, promoviendo políticas económicas, que facilitan la concentración del capital en unos pocos y la pobreza y el hambre en las grandes mayorías.

Los argentinos, con el gobierno de Milei, lo estamos sufriendo. Licuó los salarios de la clase trabajadora, de los jubilados, despidió a miles de empleados de la administración pública nacional, hizo desaparecer organismos claves del Estado. Quitó fondos a las provincias.

Pareciera que hacer hambrear al pueblo. No le alcanza para satisfacer al capitalismo salvaje de unos pocos y por estos días entregaron a un banco inglés el oro que respaldaba al peso argentino y nuestros representantes en el Senado y en el Congreso de la Nación, algunos de nuestros legisladores se fueron de vacaciones de invierno. A gastar el anticipo después de haber convertido al Congreso de la Nación en un mercado libre persa.

La producción capitalista, asentada en la explotación de la fuerza de trabajo, los despidos y la destrucción del Estado y ahora con el DNU que le vendieron los diputados. El gobierno avanza con la depredación de la naturaleza. El trabajo es el padre de la riqueza y la tierra madre, sostenían los clásicos de la economía política, una disciplina científica que surgió para fundamentar el moderno modo del saqueo de los recursos naturales. Cuando el capitalismo es talar, matar la fauna, excavar, extraer minerales y vender el futuro de la humanidad.

Por eso la necesidad de criticar al capitalismo, no solo sus efectos. El diagnóstico es fundamental para encarar procesos realistas de solución. De lo contrario, solo deambularemos por senderos marginales que no conducen a resolver el problema. Una vez identificado el problema es que se puede pensar en modificar la realidad, la que no puede hacerse de inmediato, ya que requiere de un complejo proceso social y electoral, que incluye la asunción de la conciencia colectiva sobre lo que está provocando el problema y los modos de operar para su modificación.

Si desde Monte Quemado lo analizamos, teniendo en cuenta una vida social y económica sustentada por los recursos naturales. En el capitalismo salvaje de la ultra derecha que a nivel nacional nos gobierna, los bosques desaparecen, los desiertos se extienden. Numerosas especies se extinguen y a los copeños todo nos hace ver a futuro con un crecimiento poblacional acompañado de más pobreza, excluidos, nos va a conducir a esfuerzos desesperados para sobrevivir, si no cuidamos y conservamos los recursos naturales.

Los argentinos y en especial los gobernadores, los senadores y diputados nacionales, no pueden acompañar ni mantener el silencio cómplice frente a la catástrofe que vemos está avanzando a manos del gobierno libertario, y tampoco podemos hablar de prudencia cuando estamos asistiendo, en  casos por omisión y en otros por acción, a la destrucción de un Estado solidario, que tiene como espíritu en su Constitución Nacional, promover la igualdad, la justicia social, para sus habitantes y para los que eligieron vivir en su bendito suelo.

Solo al pueblo burlado por el mismo gobierno que eligió, abandonados por sus representantes genuinos (senadores y diputados nacionales), sin perder su fe en la democracia, con el derecho constitucional que le asiste, ganando las calles, en las provincias, ciudades y en cada pueblito del vasto territorio argentino marchar en paz, rogado en unísona plegaria: “DIOS SALVE LA PATRIA”.