La actividad comercial de Quimilí, Campo Gallo, Nueva Esperanza y Monte Quemado atraviesa una situación crítica. Golpea duro a la capacidad de compra de los consumidores de la región y son desbastadoras las consecuencias.

La recuperación económica es un horizonte que se aleja cada vez más en el tiempo, y genera serias preocupaciones en los diferentes sectores y la crisis se hacer más notable en hogares de los trabajadores que han perdido la capacidad de consumo, en tanto que durante el primer semestre del año, por bajas ventas, se registraron cierres de locales.

Uno de los temas que impactan de lleno es la inflación que golpea y pulveriza los bolsillos de los asalariados, del sector público y eso se traduce en menos consumo y menores ingresos a los comerciantes de las cuatro ciudades cabeceras de los departamentos. No existe posibilidad alguna de generación de nuevas fuentes de empleo, aunque puede ser que se generen fuentes laborales en el ámbito informal, dado que hay cierta rotación en ese sector que se van perdiendo y al ser informal, es más dinámico y menos frecuente.

Y si bien existen rubros que pudieron desarrollar sus actividades de manera casi normal en la pandemia, caso de los forestales, poco contribuyen para el consumo de las familias que se ha visto favorecido por la tarjeta alimentar, logrando que algunos pocos comercios trabajen bien, y hubo una especie de “veranito” en los rubros ferretería y corralón, impulsados por la construcción.

Empero, si se toma en general, en el norte santiagueño todo está muy complicado. En las cuatro principales ciudades hubo cierre de comercios, sobre todo en aquellos que estaban alquilando y tenían sucursales, sobre todo por no poder costear los alquileres.