Por Tony Villavicencio.- Pareciera que a fuerza de vetos, palos y gases a los jubilados, y ensimismado en su egolatría, el presidente de los argentinos decidió enfrentar a la opinión pública. Ante tamaña pertinacia, resuena la invocación del gran Cicerón: “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Por cuánto tiempo todavía se burlará de nosotros tu arrogancia tu furor? ¿Adónde llegará en su desenfreno tu audacia?”.
En efecto, el Presidente Javier Milei ahora se despachó, calificando de delincuentes, a los estudiantes, profesores y todo aquel que defienda la Universidad Pública, la vehemencia de sus acusaciones públicas impropias de su embestidura reavivan la sospecha de una insania mental la que desde un principio se comentó a voces.
Primero dijo, que “se desfinanció a las universidades públicas porque los rectores se oponen a ser auditados”. Mentira, el gobierno tiene no el derecho, sino la obligación por intermedio de los organismos correspondientes de auditar a las universidades, y si surgen irregularidades denunciar en la justicia y lo más triste es que sus funcionarios repiten lo mismo en lo que se percibe es el unísono coro de imbéciles.
A Javier Milei no le bastó con vetar la Ley de Financiamiento, tampoco con proponer un Presupuesto con la mitad del dinero que necesitan las universidades para funcionar en el 2025. Ahora, el ataque es discursivo. “Dejen de mentir delincuentes que no quieren ser auditados”, afirmó ayer el Presidente. Además habló del “mito de la universidad gratuita” que es un “subsidio de los pobres hacia los ricos”. Las declaraciones fueron durante el acto de cambio de nombre del “Centro Cultural Néstor Kirchner” a “Palacio Libertad Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento". Paradójicamente, Milei sostuvo que se trata de uno de los primeros pasos para cambiar la historia “que quisieron prostituir, cambiando los nombres y ensuciando a los grandes héroes de esta patria”.
Y la pregunta es: los argentinos podemos admitir que un presidente ocupando el sillón de la Casa Rosada nos venga a decir “que las universidades públicas son subsidiadas por los pobres y que las va serrar porque les sirve a los hijos de la clase alta y a los ricos” O se está burlando o sus falsedades son muestras de una manifiesta, insania mental.
Al paso de los años hemos notado la pérdida de nuestras culturas y valores, pero aún existen jóvenes con inquietudes, con ganas de ponerse al servicio de la sociedad con gran potencial, pero necesitan acompañamiento, oportunidades, recursos y mejor condición de vida. ¡No se trata de buscar culpables! Sabemos que hay que hacer un reordenamiento. Pero desfinanciar las universidades públicas es un verdadero atentado al acceso de la educación de los sectores pobres de la Argentina.
No podemos destinarlos a vivir un día a día con desigualdades, atropellados por sistemas inoperantes, en un interminable silencio: “En la Tierra del Olvido”. La juventud es el futuro de nuestro país, la educación es una inversión y lo repetimos, las universidades públicas son oportunidades para esos jóvenes de los hogares pobres.
No nos olvidemos de que un pueblo sin cultura es un pueblo sin identidad, un pueblo abocado al olvido rescatemos la cultura y los valores de nuestro país. Es necesario recordarle que hace cinco meses las universidades públicas del país convocaron a una manifestación nacional con la preocupación del desfinanciamiento que estaba experimentando el sistema universitario y científico.
En aquella gesta colectiva de abril, con plazas y calles de todo el país colmadas por la sociedad argentina, el pueblo argentino se manifestó y alzo su voz en defensa de la universidad pública, la educación y la ciencia.
Como si esto no fuera suficiente, las universidades soportan desde la misma presidencia una campaña injusta, planificada e intencional, que busca, sistemáticamente, desprestigiar lo que sucede en el ámbito científico y universitario para fundamentar la desjerarquización y el ahogo presupuestario que ejerce el gobierno libertario.
La educación en Argentina es reconocida como un derecho y el Estado, tanto nacional como provincial, debe asegurar la igualdad, gratuidad, laicidad y el acceso a todos los niveles del sistema educativo en el ejercicio de este derecho para toda la población que vive en el país.
Dios guarde a la Patria