Por Tony Villavicencio | Es crítica la situación económica y social de Monte Quemado, por estos días el mercado del durmiente se encuentra paralizado.
No hay ventas y en los aserraderos los empresarios se quedaron sin financiamiento, mientras los obreros forestales sin trabajo.
Repetimos, son más de dos mil las familias que forman parte de la cadena productiva forestal y la situación socioeconómica en el departamento Copo es crítica. No hay otra actividad económica alternativa. Todos en forma directa e indirecta, como es el comercio, viven de la actividad forestal y nada de lo que hagan los gobiernos por salvar los recursos naturales, tendrá éxito, sin antes resolver el grave problema.
Coincidimos que en defensa del ecosistema y por la continuidad de la vida hay que evitar el exterminio de los recursos naturales que se explotan en el mundo, y también en el departamento Copo, empero sorprende el silencio de las autoridades municipales que son técnicos y conocen la realidad, de esa estrecha relación de supervivencia de las familias del departamento Copo y los recursos naturales.
La realidad de los bosques y de la gente de Copo, está lejos de ese primer mundo, de las contradicciones y lo superficial, de donde provienen los fondos verdes, que se sabe ingresan a las cuentas del Estado Nacional, empero nunca llegaron a la cuenca forestal del departamento Copo.
Los tecnócratas desde el más elevado y acertado conocimiento científico, fortificados por el sello universitario, sugieren al gobierno de medidas urgentes y extremas para salvar los bosques nativos del departamento Copo; y en los proyectos de salvataje que proponen, omiten a la gente de la masa boscosa y de la estrecha relación existencial que las familias copeñas tienen con los recursos naturales.
En Santiago del Estero el problema es serio. El Estado Nacional y provincial, con gestiones de gobiernos municipales cómplices durante 40 años de democracia, se desentendieron de promover proyectos tendientes a construir la necesaria infraestructura que facilite la reconversión productiva.
En el departamento Copo hay cientos de familias que aún sobreviven con necesidad básicas propias del siglo pasado, sin agua, sin energía, sin caminos. Por décadas, los estados estuvieron ausentes, se olvidaron. No hubo planificación, no hubo proyectos con miras al futuro y las consecuencias del enfrentamiento.
Es cierto, después de cincuenta años de indiscriminada explotación, que enriquecieron a unos pocos y empobrecieron a todos, los bosques agonizan y algo hay que hacer para evitar su exterminio, pero sorprende cuando, presionados por los grupos ambientalistas, omiten hablar de la gente de Copo y de su realidad cultural, social y económica.
Sin ser especializado en la materia de los bosques, desde el sentido común, consideramos y advertimos que nada de lo que se haga para proteger al recurso natural, servirá si es que no se tiene en cuenta al lugareño, que también es parte del medio ambiente que se aspira proteger.