Mercedes del Valle Ferreira es la abuela de Facundo Burgos, un niño de 12 años que recibió en la nuca un proyectil de una pistola 9 mm, ejecutada por un policía de la provincia de Tucumán, en un hecho que es investigado por la justicia y que “huele” a gatillo fácil.

La mujer no se cansa de repetir, en medio de su desconsolado llanto, “mataron  a mi negrito”, mientras era entrevistada mediante comunicación telefónica por El Municipal Web.

“Nos destrozaron la vida. El ‘Negro’ era un niño maravilloso, lleno de amistades, que no tenía problemas con nadie. Y anteayer a la madrugada, a pocas horas de su primer día en la secundaria, lo mataron, me lo mataron. Tenía 12 años. 12 años, tenía, ¿entienden? Era una criaturita, mí criaturita”, repetía con la voz quebrada al recordar lo que había pasado.

Mercedes tomó fuerzas y nuevamente continuó con la entrevista diciendo que “me molesta, me duele, soportar historias falsas que hacen circular desde la Policía por Internet o televisión, porque no, nada hubiera justificado lo que hicieron, pero mi nieto no robaba, ni manejaba un revólver, como inventa la Policía. La única arma que tenía y manejaba era una honda para cazar pajaritos. Había terminado la primaria con muy buenas notas y estaba por arrancar su nuevo ciclo en la Enet Nº 5. Ya tenía todos los útiles, la mochila preparada y su ropa lista y hasta le habíamos comprado un par de zapatos que decía que no le gustaba”, recordaba la mujer.

Cuando se le consultó sobre cómo fueron los hechos, Ferreira contó que “el miércoles a la noche Facu salió en moto con Juan, un amigo dos años más grande, para ir a ver las picadas en el Parque 9 de Julio, me podrán decir que andaba con lo de las picadas, pero no con un arma, como dice de la Policía –repetía incansablemente– y esto ocurrió al regresar, pasada la medianoche, unos uniformados le dispararon a quemarropa, así, ¡a quemarropa! No existió ningún enfrentamiento. De qué enfrentamiento pueden hablar con un niño. Lo mataron, lo mataron por la espalda, logró decir la anciana con lágrimas en los ojos y una respiración entrecortada que obligaba a una pausa en la entrevista.

Luego prosiguió con su relato diciendo que “cuando nos enteramos que lo habían llevado al hospital salimos corriendo. Nos recibieron con mentiras –aseguraba–, primero nos dijeron que sufrió un accidente vial, y después, la tomografía nos anunció que había fallecido por el tiro de una pistola 9 mm”.

El recuerdo del momento vivido por la mujer estremeció su corazón nuevamente. Un familiar que la acompañaba tomó el teléfono y disculpándose notificó al periodista que no iba a poder continuar con la entrevista. Para este punto, Mercedes había hablado lo suficiente. ¿Cómo consolar a una abuela que perdió a uno de sus seres más preciados? Su nieto, a quien vio crecer, hasta que una bala, una maldita bala, apagó su vida.

¿Estamos ante un nuevo caso de gatillo fácil?

Se suele decir que la Policía es el rostro de los gobiernos a la que pertenecen, y en ese sentido la organización de DD.HH. Andhes remarcó que “a la muerte del niño hay que sumarle los casos de Víctor Robles, asesinado por un policía de civil en avenida Kirchner al 1900; el de Ángel Alexis Noguera, asesinado de un disparo con bala de goma en la cabeza en un procedimiento policial realizado en la casa de la víctima; el caso del comisario Pineda que ingresó al domicilio de un supuesto asaltante, le disparó y luego falseó el procedimiento y el caso de Maximiliano Ariel Tapia, quien perdió una pierna producto de un disparo realizado por personal policial en Las Talitas, enumeraba Ana Laura Lobo Stegmayer, directora ejecutiva de la organización.

“Este hecho resulta inaceptable y sólo se explica en el marco de un contexto de aumento de la criminalización de las infancias y legitimación del gatillo fácil, agregó Florencia Vallino, coordinadora del área Derechos de Niñez y Adolescencia de la provincia de Tucumán, por lo que no podemos entender que la justicia tucumana, a horas de sucedido el hecho, dejara en libertad a los dos policías involucrados en la muerte del niño.