El viernes pasado, a la mañana, un vecino de 60 años de la ciudad de Quimilí, departamento Mariano Moreno, recibió una llamada telefónica en su celular, en la que le informaban que había sido elegido para recibir un beneficio por la pandemia.

Como no comprendía todo lo que le decían, le pasó a una de sus hijas que estaba de visita. El sujeto se presentó como abogado de un organismo nacional y le manifestó que su padre había sido elegido para que recibiera un “bono sanitario de 22 mil pesos”, teniendo en cuenta la pandemia y que el hombre no había recibido el IFE. Para fundamentar sus dichos, le envió fotos de supuestas resoluciones ministeriales nacionales al Whatsapp. Sin embargo, para que recibiera el dinero tenía que tener una cuenta de ahorro en el banco.

El viernes a la siesta, el sujeto volvió a comunicarse con el criador de animales, quien trabajó gran parte de su vida como peón rural. Ante la posibilidad de recibir la ayuda, se trasladó hasta la casa de otra de sus hijas, quien es docente y tiene tarjeta de débito. La educadora de 38 años habló por teléfono con el supuesto empleado estatal. “Le creí todo lo que decía, esta gente está muy preparada para engañar a las personas”, afirmó a Nuevo Diario la maestra, que prefirió preservar su nombre. La docente quiso ayudar a su padre y se trasladó hasta un cajero automático, donde el sujeto la guió a través del teléfono para que realizara las operaciones, a fin de que se le acreditaran los 22 mil pesos que le correspondían a su padre.
Sin embargo, horas después comprobó que, en realidad, las operaciones y la información suministrada fueron utilizadas para que realizara dos préstamos por $ 200 mil y los transfiriera a una cuenta desconocida. “Todavía estoy shockeada”, afirmó.

 La educadora evitó otro hecho delictivo

La docente, luego de advertir que había sido estafada y de realizar llamadas para que bloquearan su cuenta de ahorro para evitar que siguieran operando, se dirigió al cajero automático al día siguiente para ver el estado de su tarjeta de débito. En esa circunstancia, advirtió que otro hombre mayor seguía indicaciones por teléfono. Le advirtió a su esposa que era una estafa y le quitó el celular a su marido. Era el mismo número (característica de Buenos Aires) y nombre del sujeto que había engañado a la docente y su familia.