La adolescente tiene 13 años, es oriunda del paraje Santo Domingo, departamento Mariano Moreno, y desde hace tiempo sufría crisis de nervios y hasta padecía otras patologías que obligaron a sus padres a llevarla al hospital, donde le realizaron estudios médicos, aunque no tuvieron un diagnóstico certero

La menor inició un tratamiento con medicación, aunque los síntomas nunca disminuyeron; incluso, en algunos momentos, se agravaron.

En uno de esos episodios, la madre encontró a la adolescente “muy nerviosa” y con su mirada “perdida”. La mujer le preguntó qué le pasaba y por qué se “enfermaba”, lo que generó que su hija comenzara a llorar. La contuvo emocionalmente y le dijo que confiara en ella y le contara por qué todo le molestaba.
La menor le manifestó que tenía algo para contarles a ella y a su padre, pero que nunca lo hacía porque tenía miedo de que “se enojaran”. En este sentido, la adolescente dijo que cuando tenía 8 años había sido violada por su primo, quien actualmente tiene 18 y de quien brindó su identidad.
La víctima le contó que el hecho se produjo en una oportunidad en la que todos estaban en la casa de la madre del abusador, quien es tía paterna, a donde se estaba por celebrar un egreso de estudios de uno de los integrantes de la familia. Mientras las mujeres estaban preparando la comida en la cocina, el acusado tomó de la mano a la menor y la trasladó hasta su habitación, donde la accedió carnalmente.
De esta manera, la madre de la adolescente comprendió por qué se “enfermaba” su hija cada vez que había una reunión o fiesta a la que asistían familiares, entre ellos el acusado.
No obstante, la mujer destacó que, tras revelar lo que le había sucedido y recibir la contención de sus padres, la menor “durmió profundamente” y al despertarse “se encontraba más tranquila”. Había comenzado a liberarse del trauma que le dejó aquel aberrante hecho.
La denuncia fue realizada por la madre de la víctima en contra del primo de su hija y la Unidad de Abusos Sexuales del Ministerio Público Fiscal inició una investigación.

Diez señales de alerta para tener en cuenta

Profesionales confeccionaron diez señales de alerta para que los padres tengan en cuenta y puedan detectar si su hija o hijo es o fue víctima de un abuso sexual:
1- Cambio notorio de conducta.
2- Irritabilidad o llanto fácil.
3- Retraimiento.
4- Defensivo ante el contacto físico.
5- Que se niegue a realizar ciertas posturas.
6- Signos en su cuerpo o infecciones en genitales.
7- Dibujos o conductas sexuales inapropiadas a su edad.
8- Rechazo ante ciertas personas o lugares que antes aceptaba.
9- Regresiones en su conducta (volver a mojar la cama).
10- Conocimientos sobre sexualidad que no corresponden a su edad.