Ayer se celebró el Día del Policía y desde El Municipal Web queremos homenajear a quiénes todos los días cuidan de nosotros. Compartimos una reflexión sobre lo que vive diariamente quién debe salir a la calle para cumplir con su deber.

El  policía reflexiona

“Hoy puede ser mi última vez, mi último café, mi última afeitada, mi última corrida a la parada, mi saludo al chofer. Hoy puede ser la última vez que bese en la frente a mis hijos, a los que dejé dormidos y pronto despertarán y preguntarán por su padre. Que se fue de guardia, que se fue a servicio, a qué hora regresará.

Ellos que siempre esperan ansiosos por mi regreso, no saben de procedimientos, de maniobras o de patrullar. No entienden por qué su padre arriesga su vida en vano por gente que no conoce, que lo critican o lo miran mal. Quieren que regrese pronto para contarme qué hicieron, para mostrarme las tareas y que los pueda ayudar, para compartir un día sin sobresaltos ni apuros, un desayuno, un almuerzo, la cena, un picadito en la cancha, una salida al centro o la plaza.

Puede ser la última vez que bese los labios de la mujer que amo, a la que insistí tantos años y me quiso acompañar, la que parió a mis hijos, que plancha mi uniforme y se preocupa cuando tardo en regresar.

Es la que da la cara, la que me dice “cuídate”, la que también da órdenes y manda en mi lugar. La que eligió ser mi esposa, la que acaricia mi frente. Mi amiga, mi compañera, mi amante, mi calma, mi paz.

Hoy puede ser la última vez que bese a quien me dio la vida y me enseñó aquel día que la llame mamá. Que prepara el almuerzo, mi comida preferida, que aún me ve como un niño que no termina de criar. Es la que llama cuando estoy de guardia. ¿Cuándo venís por casa? ¿Te quedás a almorzar? Te preparo locro, también unas empanadas, los postres que te gustan. Te amasé el pan, te cocí el pulóver y empecé con la bufanda para cuando llegue el invierno y no se vaya a enfriar. Quiero que esté abrigado y haga de cuenta mi hijo que son mis manos calientes que lo quieren acurrucar.

Hoy puede ser la última vez que tomé un vasito de vino con ese hombre curtido, con el viejo, mi papá. El que me dio consejos y me enseñó a ser hombre, a respetar, a ser derecho y a andar siempre por la legal. El que cuando prepara el asado me pregunta por el trabajo. ¿Cómo están las cosas mi hijo? Tenga cuidado al andar. Fíjese en lo que hace y no me vaya a fallar.

Hoy puede ser la última vez que charle con quien fue mi compañero. Es como mi sombra…

Muchos son los agravios, el desprecio, los ataques, la maldad de quienes no saben lo que significa trabajar de policía. Para ellos soy el enemigo, el cobani, la yuta o el milico hijo de puta que los quiere encarcelar. Para el Estado soy un número que sólo toman en cuenta cuando el agua les llega al cuello y no la pueden frenar.

Hoy puede ser la última vez que escuche gracias señor. Gracias, sin usted qué habríamos hecho, cómo le puedo pagar.

Son palabras que valoro y me dan fuerzas, me dan ganas, mucho más que las medallas… Cuando un compañero cae todos morimos un poco. Tenemos el corazón roto, está herido y no sana más. El llanto de su esposa e hijos nos quedan marcados a fuego, te penetra hasta los huesos y no cicatriza más.

Para la sociedad el único policía bueno es el policía muerto. Él ha entregado todo, ya no lo critican más y sólo recibió a cambio un féretro con promesas envuelto en una bandera en el panteón policial”.