Las miradas del mundo se posan por estas horas en Sudáfrica, en cuyo territorio fue detectada por primera vez, en noviembre pasado, la variante de preocupación Ómicron.

Las autoridades de ese país anunciaron oficialmente que lograron superar el pico de contagios causado por esa variante sin que se haya registrado un aumento significativo de casos graves. Se cree que ese es el rumbo que tomará la pandemia en el resto del mundo. Sin embargo, la OMS pide cautela.

Ómicron es altamente transmisible, de eso no hay dudas. Se propaga a una velocidad nunca vista antes en las variantes que la precedieron. Pero, afortunadamente, parece ser menos letal y en los países donde se convirtió en dominante las tasas de hospitalización son más bajas que en olas anteriores. El abrupto descenso de casos en Sudáfrica, especialmente en la provincia de Gauteng (que es la más poblada de ese país) devolvió cierto optimismo a la comunidad científica internacional aunque no son pocos los investigadores que, al igual que la OMS, prefieren mantener la cautela y seguir con mucha atención la evolución de la pandemia en los países donde la nueva variante muestra récords de contagios. El avance sin freno de Ómicron en varias naciones de Europa, por ejemplo, obligó a imponer incómodas restricciones a la población que también impactan en forma negativa en las economías locales.

Hasta ahora, la última variante del virus Sars Cov 2 se comporta tal como lo explicó Darwin en su teoría de la evolución. Es decir, se adaptó y adquirió una capacidad de supervivencia, por llamarlo de alguna manera, que mejora con respecto a las variantes que la precedieron. La buena noticia es que en esa carrera evolutiva no sumó agresividad, sino por el contrario, se volvió menos letal. Para algunos expertos, esto podría ser un indicio que el final de la pandemia podría no estar tan lejos. Pero tal afirmación hay que tomarla con pinzas, sobre todo en este momento en que en nuestro país sigue subiendo el número de contagios.

El más conocido epidemiólogo de Estados Unidos, Anthony Fauci, dijo en declaraciones al The Washington Post, que cree ver, pese a todo, un horizonte mejor a mediano plazo de la actual crisis sanitaria. "Mi esperanza es que tengamos un pico drástico con Ómicron, que el número de los contagios disminuya a un nivel muy bajo y simplemente se quede allí y que ya no tengamos otras variantes realmente problemáticas", sostuvo.

¿El drástico aumento de contagios con Ómicron que se observa en la mayoría de los países, puede ser una señal del fin de la pandemia? La pregunta se plantean cada vez más científicos de todo el mundo. Aunque nadie puede predecir con exactitud el final de la crisis sanitaria global, lo que sí se sabe es que en su evolución natural los virus sufren modificaciones en sus estructuras con el fin de sobrevivir y, por lo general, mutan hacia formas menos letales. Como eso es lo que se está observando con Ómicron, algunos investigadores no descartan la idea de que esta variante sea la última variante de preocupación antes de que la pandemia se transforme en una endemia, es decir, en un problema de salud pública mucho más focalizado y, por lo tanto, manejable por el sistema sanitario. Si esto se cumple, entonces se estará más cerca del regreso a la normalidad.

Pero esto, de ninguna manera, debe ser interpretado como una invitación al descuido, o al relajamiento de las medidas de prevención. Hay que recordar que el Sars Cov 2 se transmite principalmente por aire, de manera tal que lo que se debe hacer es continuar con los ambientes bien ventilados, evitando reuniones de muchas personas en lugares cerrados o con ventilación deficiente, y con el uso de barbijos.

Si, como se espera, el Sars Cov 2 termina adquiriendo un comportamiento similar a otros virus respiratorios menos dañinos, es probable que se vuelva endémico y conviva con otros coronavirus estacionales que han estado circulando en humanos durante las últimas décadas y que causan resfríos relativamente leves, tal como plantea una hipótesis formulada por el biólogo evolutivo Jesse Bloom, que se desempeña en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, Washington. Mientras tanto, habrá que mantener todos los cuidados y no bajar la guardia porque, en rigor, la pandemia todavía no terminó.