Eva Perón emerge en la historia de las luchas por las reivindicaciones populares, como el fiel testimonio de una fuerza potenciadora que permanece viva al ser retomada y asumida por quienes abrazamos la misma empresa de justicia social, tratando de continuar su obra de la mejor manera posible, entendiendo que la mayor virtud que nos enaltece como seres humanos es traducir en actos y obras dignificantes las inquietudes que motivan y parten del corazón en bien de los demás.

La causa de Eva Perón fue la causa del pueblo y por el pueblo. En ella encarnó el clamor de las necesidades y su espíritu fue el motor que cristalizó en obras dignificantes las expectativas de un pueblo que estaba postergado, olvidado y menospreciado.

Por eso hoy, al honrarla en la memoria a 100 años de su natalicio, quienes levantamos las banderas que nos legó, reafirmamos las convicciones y profundizamos los sentimientos que nos hicieron soldados de la noble causa justicialista, publica Nuevo Diario.

Eva Perón y su lucha por las mujeres

La participación de la mujer en la política y en el peronismo —con sus características y amplitud—, tuvo como impulsora a Eva Duarte de Perón, porque la involucró en un proceso de transformación de la vida nacional, trascendiendo fronteras, con ideales fundados en derechos igualitarios. De esa manera, el Justicialismo rescato a la mujer de una situación social injusta, haciendo valederos sus derechos para construir, junto al hombre, la obra fundamental de la existencia humana: la familia y la justicia social.

En muchas oportunidades, Perón había elogiado la institución femenina. Eva Perón, en quien supo encarnarse el genio y la institución femenina dentro de sus más luminosas potencias, se refirió extensamente a la contribución de la mujer para la victoria del ideario justicialista.

En sus memorables clases dictadas en la Escuela Superior Peronista, haciendo referencia a la institución femenina elogiada reiteradamente por Perón, dijo Evita: “La institución no es para mí otra cosa que la inteligencia del corazón; por eso es también facultad y virtud de las mujeres porque nosotras vivimos guiadas más bien por el corazón que por la inteligencia. Los hombres viven de acuerdo con lo que razonan; nosotras vivimos de acuerdo con lo que sentimos: el amor nos domina el corazón, todo lo vemos en la vida con los ojos del corazón”.

Vigía de la Revolución

Poco más adelante, ella misma manifestaría su adhesión al movimiento justicialista, diciendo: “Cuando una mujer tiene la intuición de que un hijo que está lejos está enfermo o le ha pasado una desgracia, es porque ve y siente con los ojos del alma y el corazón; es porque la mirada se ha alargado más allá; la mirada del amor, que siente, presiente y ve todo. Es por eso que yo he querido ser, como mujer argentina, la eterna vigía de la Revolución, porque quiero ser una esperanza dentro de nuestro movimiento para poder colaborar con la obra patriótica y ciclópea de nuestro líder y construir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.

Una humanidad más feliz

En oportunidad de una nueva clase, Eva Perón recordaría que las doctrinas triunfan en este mundo “según la dosis de amor que llevan infundida en su espíritu. Por eso triunfará el justicialismo, que empieza afirmando que es una doctrina de amor y que termina diciendo que el amor es lo único que construye”. Enseguida manifestaba: “De allí el valor de las mujeres en el movimiento peronista, que será cada vez menos político, menos frío y más generoso, más humano y más justicialista. Yo quisiera que las mujeres escucharan siempre estas palabras mías y dejaran de lado los intereses mezquinos, subalternos y materiales, para ennoblecer con su aporte el movimiento político. No he de menospreciar al hombre, porque él trae su inteligencia y nosotras el corazón, ya que paralelamente, con inteligencia y corazón, podremos colaborar como lo estamos haciendo, apoyando al general Perón para construir una Patria más feliz, más justa y soberana. Y también podemos dar al mundo el espectáculo magnífico de que hombres y mujeres, luchamos paralelamente por ideales comunes, aportando inteligencia y corazón, son capaces de construir una humanidad más feliz”.

“Las mujeres no deben equivocarse”

El Justicialismo no olvidó a la mujer. Por el contrario, la incorporó a su doctrina y acción. Y las mujeres argentinas, teniendo como abanderada a Eva Perón, prestaron su más decidido apoyo. Así se fueron ejecutando obras inolvidables, y la mujer recibió su justa recompensa. No sólo tuvo el acceso a las urnas, para decidir los destinos del país junto a los hombres, sino que se fue introduciendo con dignidad en los distintos niveles de la vida activa de la República cobrando, de tal manera, una dimensión humana respetable. Sus progresos dejaron atrás épocas de vilipendio, en as que aún están sumergidas muchas mujeres en muchas partes del mundo. Las mujeres argentinas —como bien había dicho Eva Perón— no podrían equivocarse. “Para nosotras —destacaba—, Perón debe ser una bandera, y a las banderas se las sigue hasta la muerte, o no se las sigue. Perón debe ser para nosotras algo intocable”, decía. Murió muy joven y se eternizó en el corazón del pueblo.